La verdad de las mentiras de Uber, Free Now y Bolt

La verdad de las mentiras de Uber, Free Now y Bolt

Antes de que alguien fuera taxista, bastante antes, se dejó de ser mono creando un espacio con presencia dónde se es productivo y se convive con reconocimiento y satisfacción. Y es que los homínidos iban a cazar por el respeto y el reconocimiento, aunque se volviera sin una pierna o sin un ojo. El ancestro del taxista ya entonces aportaba espíritu a su profesión. Estaba alerta. Era consciente. Era dichoso. El hombre penetrado por la idea de sacrificio absoluto es el que saborea la dicha plena. Ahonda en la esencia, reposa de desearlo todo y así domina el conjunto. Nace el virtuoso que piensa en los derechos de todos.

Y es que UBER, FREE NOW Y BOLT por medio de la astucia, perpetran una injusticia falseando el conocimiento consiguiendo hacer su voluntad mientras algunos taxistas creen hacer la suya. Porque el que se niega a indicar a un caminante la dirección que debe seguir no es injusto, pero lo será si lo extravía con una indicación engañosa.

Cada mentira, como cada acto de violencia tiene por fin extender la dominación de la propia voluntad negando la ajena. El mentiroso aparenta horror y desprecio por sus propios procedimientos a fin de captarse la confianza, atribuyéndose una lealtad de la que carece. Así rompe los lazos de la voluntad dispersa en multitud de individuos y deja libre al egoísmo que hunde todo sistema porque despliega una voracidad ilimitada.

UBER, FREE NOW Y BOLT motivan a las autoridades públicas que sueñan con modernizar el aparato productivo y desacreditan a los sindicatos que denuncian el fin del contrato social. Traiciones políticas opacas y fraudes económicos que enarbolan las banderas de las ideas y los principios. La ferocidad, la avaricia y la ambición que engendra el comercio y el poder político al servicio del valor y la riqueza de la Felicidad Civil «de Los Elegidos» que destruyen al ser humano.

Estos pecadores parecen más felices que los santos que nos muestran cómo ejemplo a imitar. Porque la existencia carece de moralidad. Por ello tenemos que rejuvenecer librándonos del pensamiento impuesto a través del dominio de una clase dominante que considera que lo que sirve a sus intereses es lo justo. Una justicia con una venda sobre los ojos que protege con su escudo la mezquindad.

Los taxistas no estamos del lado de la crueldad, la insensibilidad, el rencor y la rabia de las empresas-crápula que estimulan los bajos instintos animales. No creemos en las inversiones rapaces con apetito de ogro. No esquivamos principios éticos con mastodontes dependientes de fondos oscuros tributando en Delaware.

Ante los problemas no buscaremos culpables. Buscaremos razones y respetaremos los errores para corrigiéndolos, aumentar la responsabilidad de todos.


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