Las uvas, la ira y la nueva edad media de Felipe VI
No cabe duda de que Bonnie and Clyde o el Lute caían bien. Eran delincuentes elegantes. Eran tipos que fueron héroes durante la época franquista. Esa época de la que heredamos el complejo de tontos, ya que el único listo era Juan Carlos (el tiempo lo ha demostrado).
Un Lute asediado por 3.000 guardias civiles. Y los dos atracadores de bancos americanos, que triunfaron en el celuloide buscando la felicidad del sueño americano, y que acabaron dando botes ametrallados. Uno, el nuestro, El Lute que robaba gallinas para saciar el hambre de la posguerra acabó trabajando en el despacho de Felipe González. Se ‘rehabilito’.
Bonnie and Clyde eran héroes porque se enfrentaron a los bancos especialistas en apropiarse y confiscar las granjas que no podían afrontar los préstamos usureros ni la gran depresión que montó Wall Street para comprar las acciones a la baja en ventas al descubierto. Se creó la Farmer’s Holiday Association para plantar cara con activistas sociales. Esta organización logró moratorias vitales mientras sufrían al FBI y a grupos paramilitares. Las familias crearon chabolas y organizaban comidas generales para saciar la terrible hambre (Los Hoovervilles). Por ello Roosevelt creó la reforma del New Deal, para evitar la revolución.
Pero los héroes americanos ya formaron escuela y no eran ya los chicos simpáticos de antaño. Aparte de robar un banco y salir corriendo con un Cadillac plateado pusieron de moda robar países enteros. Invadirlos, masacrarlos, robarles sus materias primas escoltados por un ejército impresionante. Y, de paso, montar Mac Donalds dónde antes paseaban los camellos.
Pero ya no tienen bastante. Ahora mandan sus oligopolios. Imponen su sistema de trabajo, van a la tierra dónde El Lute ya se ha reformado y nos traen la economía gig: Ustedes ponen el trabajo y nosotros nos llevamos la mitad por gestionarlo. Serás nuestro empleado, esclavo en tierra salvaje.
Ford nos avisaba en «Las uvas de la ira». Sus muertos de hambre de la Depresión habían ocultado a la abuela fallecida para poder llegar a California. La taparon con una manta y viajaron con el cadáver una semana para poder conseguir trabajo y poder comer.
Sus nietos ya se olvidaron de sus miserias. Ahora exportan las malas condiciones sociales que les tocó vivir a sus abuelos. Ya la repartieron durante muchos años por EEUU.
Ahora vienen a España y si le plantan cara cómo ha hecho Élite ante el futuro abuso de Uber, recurren al oscuro recurso de los tribunales de justicia.
La amenaza de cárcel y ruina a quien defiende su trabajo y sus derechos. Así exporta EEUU su derecho a la felicidad y su famosa tercera enmienda que protege la libertad de expresión. La que acabó con Lenny Bruce en la cárcel. La misma chirona dónde le gustaría a Uber que ingresara Albert Álvarez. Aunque la cuestión, para ellos, es que se calle. Que no moleste y eduque a las masas.
El Hollywood de las grandes comedias, el amigo americano sensible que se pregunta cuál será la decisión de Sophie, mientras bombardea con napalm a todo lo que se menea en la selva ha decidido apoderarse del taxi.
Este jueves día 10 a las 9.30 en Plaza España recuperamos la lucha que forzó el New Deal.
Las uvas, la ira y la nueva edad media de Felipe VI