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El servicio de seguridad de la Presidencia investigó la desaparición extraña de Madeleine Logan. El país entero se desorientó haciendo increíbles elucubraciones. Las investigaciones de las llamadas y los últimos pasos desvelaron el encuentro con Mc Klein y el posible intento de traición al género humano. No se desveló a la prensa, pero los rumores sobre lo sucedido en el Metropolitan Museum llegaron a la población.
Mientras el protocolo obligaba a acabar el año y dos meses de legislatura, nombrando a Albert Álvarez presidente provisional y haciéndolo desfilar en la proclamación con Lydia Logan, la hermana de Madeleine, los barrios de Brooklyn, Harlem y Queens se unían alrededor del Edificio Dakota en la entrada por la 82 al Noroeste de Central Park.
Principalmente negros y muchísimos hispanos cargados de revólveres y navajas «Winch 54» emprendían un enfrentamiento contra los replicantes, un asunto que habían creído ajeno, al considerarlo un problema entre máquinas y taxistas.
Así fue cómo empezó la mayor escabechina en peleas callejeras de la historia humana. Con los replicantes aprovechando el desconcierto de la proclamación para destrozar a unos indignados con nula preparación ni mando.
La afección por Madeleine Logan y su lucha por los derechos sociales dejó a afros y sudamericanos a merced de la fuerza bruta Uber-Nexus. Durante las 2 horas que duró la ceremonia, Mc Klein perpetró una matanza que creyó definitiva.
Tras la ceremonia Albert Álvarez tomó la decisión de poner en lo más alto de la jerarquía a peluqueros y taxistas para aplacar la furia replicante con recorridos rápidos y la rotura de cables con navajas de afeitar. Los Marines cubrían con tiroteos la labor impecable y minuciosa de guerrilla urbana constante. También se hicieron los primeros rehenes con la intención de reprogramarlos (ya inertes tras cortarles los cables).
Nadie pudo sospechar que desde un Hércules 49 indetectable se pudieran deslizar Bus Driver y Crazy Money por un cable sobre la azotea del Metropolitan Museum. Bajaron por la zona de instrumentos musicales. Bus Driver recogió los platillos de Ringo Star, los que utilizó en la película Help. Sirvieron para cortar los cables del primer guardaespaldas de Mc Klein mientras Crazy le machacaba la espalda con lo que quedaba de la guitarra que Hendrix quemó para finalizar Woodstook con «llamas que limpian el pecado de Vietnam».
Pasaron a la «Sala Polinesia». Sobre una barca estaba la Presidenta, inerte, un terrible cadáver. Mc Klein, sorprendido por la visita sacó su revólver. Bus Driver y Crazy Money le tiraron sus instrumentos musicales. Salieron corriendo. Ya habían visto bastante.
La noticia confirmó la lealtad de Madeleine a la causa de los antireplicantes y de cómo antepuso su propia vida.
Albert Álvarez sacó la espada de Felipe ll guardada en el archivo de la Casa Blanca, sustraída en Filipinas a los españoles.
Subió con ella a su lado al Air Force l. Bajó en el JFK. Su trayecto hasta el Hotel Plaza estuvo cargado de reflexión. Y llegaban nuevas noticias sobre el resurgir de España. 97 años de un país nuevo, reconstruido tras la masacre del 2020.
Hoy España amenazaba a Europa con la bomba atómica. El nuevo presidente americano, Albert Álvarez le pedía calma al primer ministro español. Él desenvainaba la espada de Felipe ll y entraba en el Metropolitan Museum.
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