Glovo desafía al Gobierno volviendo a intentar sortear la Ley Rider
Después de varias sentencia en su contra y elevadas multas impuestas por la Seguridad Social –una de 16 millones de euros– Glovo cree haber encontrado la fórmula mágica para sortear la Ley Rider.
La multinacional catalana ha anunciado hoy que dará de alta a casi 2.000 repartidores a jornada completa y sin intermediarios antes de que termine el 2021. Será la misma matriz que les hará un contrato.
Pero el nuevo modelo de Glovo esconde algo. Solo contratará a un 20% del total de repartidores que tiene ahora (11.000) y seguirá trabajando con autónomos para cubrir los picos de demanda.
El desafío
¿Cómo seguirá utilizando autónomos si se hizo una ley precisamente para evitarlo?
Glovo desafía al Gobierno poniendo a prueba la normativa y asegura que «se ajustarán para que no haya ningún indicio de laboralidad» y que, ahora sí, los repartidores sean autónomos de verdad. Para ello eliminarán de su modelo la valoración que tenía cada repartidor en la aplicación móvil, ya que era este número lo que permitía optar a más horas de trabajo.
Pero estas horas casi nunca son remuneradas, sólo lo son si se les entra un pedido, lo que les obliga a estar muchas horas disponibles por un salario ínfimo. Si no lo están, la valoración baja y no da opción a trabajar las horas que uno quiere.
Por eso, ahora no habrá ni penalización por no conectarse ni para rechazar pedidos. La conexión será libre y se casará la oferta y la demanda del momento. Los repartidores también tendrán opción de elegir entre una horquilla de precios para decir que quieren cobrar por sus servicios, aunque evidentemente, los pedidos pasarán a las franjas más bajas de precios, lo que hará que al final todos tengan que trabajar por debajo del precio que sería óptimo.
Los expertos dudan de la legalidad
Algunos de los expertos consultados por TV3 ponen en duda los nuevos cambios a la espera de leer la letra pequeña. En cuanto al modelo de autónomos, hablan de «maquillaje y camuflaje».
El abogado laboralista y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Pere Vidal, asegura que «camufla algunos de los indicios, pero hay muchos más y muy importantes, como, por ejemplo, a quien pertenece la herramienta de trabajo que es la aplicación».
Y es que la aplicación sigue siendo de Glovo, y será Glovo quien continuará decidiendo y diciendo al repartidor a dónde y a quién debe llevar un pedido. Un repartidor que la jurisprudencia de más de una cuarentena de sentencias deja claro que no es una empresa o autónomo, y que no tiene ningún poder de negociación sobre los precios.
¿Qué dice la jurisprudencia?
Entre los muchos debates sobre la laboralidad de los riders y su falsa autonomía están los choques entre de quien depende el repartidor a escala laboral, muy diferente a la libertad que debería tener un autónomo.
Otra contradición es si el trabajador tiene una estructura empresarial propia, es decir, si es propietario de los medios con los que trabaja (en este caso no se considera tanto la bicicleta o el móvil, sino la aplicación, que es el único imprescindible), un hecho que no les permite ser ajenos de la empresa o ponerse por su cuenta.
Y el tercer punto más importante es la división entre el control empresarial sobre el rider que es constante, en contra de la supervisión genérica o periódica que puede tener un autónomo real, pero que termina controlando y decidiendo sobre lo que hace.
Glovo desafía al Gobierno volviendo a intentar sortear la Ley Rider