El canto de los oportunistas, Uber, Free Now y Bolt
Es evidente que serán las grandes corporaciones las que saldrán ganando en esta crisis. Difícilmente lograremos volver los demás a la vieja normalidad. Otros supieron jugar sus cartas. También tenían mejor mano.
Lo grave es que los grandes ya no crean. Son extractivos: Toman de los demás. Ya no son los héroes de Ayn Rand, los que creaban riqueza de la que todo el mundo se beneficiaba, desde el trabajador que aportaba, hasta el político vividor o cualquiera que estuviera en la rueda que movía el dinero justamente generado.
Hoy son empresas que no generan nada y que a través del «lobbying» se introducen en negocios ajenos ya regulados cómo ocurre en el caso del taxi.
La filosofía de que «grande es mejor» se está llevando por delante a todo aquel que no pueda generar pérdidas y con ello competir destrozando primero para monopolizar después.
Precisamente los que abundan en declarar su deseo de libertad frente «a los monopolios de siempre». Si nos atenemos al taxi, trabajar esclavizado para tener el montante listo para sufragar un nuevo coche que disfrutará el cliente. Un monopolio algo sui generis: Compra una licencia y un coche por una millonada y trabaja esclavizado. Ganaras lo justo para comprarte un coche. Que no cataras. Que lo disfrutará el cliente.
Pero ése no es el problema para el inmenso poder de la corporatocracia. Ellos mandan mientras las instituciones sucumben a sus intereses, aunque no paguen impuestos ni respeten leyes. Mienten diciendo que «son el futuro» cuando ese «futuro» es moldeado a su antojo en el presente a base de dejaciones del deber de jueces y políticos y también de todos los ciudadanos que no hacen valer sus intereses y sus derechos.
Porque se imponen a espaldas de los mínimos derechos democráticos. Nadie nos ha preguntado. Nadie preguntó si las corporaciones deben controlar los Gobiernos y sus ciudadanos.
«El derecho de Free Now, Uber y Bolt a legislar el taxi cuando sólo aporta una app debería responderlo el Presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados».
Pero es evidente que el ciudadano ha de estar en continúa exigencia de cualquier mínimo derecho, aunque éste sea tan fundamental y cristalino y adelantarse al oportunista de turno, demandando al Gobierno que cuando legisle lo haga contando también con los que les votan además de estos allegados con intereses propios y ninguno ajeno.
La gran mayoría pierde derechos, riqueza, oportunidades y poder cuando los grandes monopolios rigen nuestro destino influyendo en nuestras instituciones. Los más desamparados sufren las mayores consecuencias.
También socaban y amenazan la Democracia
Tendremos que elegir entre un sistema de libertades y derechos o un sistema que pilotan millonarios desde sus lobbies en la oscuridad de sus elaboradas decisiones a conveniencia. Los dos métodos son incompatibles. Y el poder concentrado nos daña.
Si no aceptamos Reyes absolutistas para regentar nuestras instituciones políticas, menos podemos aceptarlos sobre los que regulan el comercio, el transporte, la industria o cualquier necesidad en nuestras vidas.
Las leyes antimonopolio deben estar a nuestro alcance para que no manejen nuestras vidas. No los podemos dejar conspirar adueñándose de nuestro modus vivendi.
Hoy los taxistas somos la Resistencia. Luchamos contra la felonía que el poder concentrado pueda sostener.
Uber in New York & San Francisco
El canto de los oportunistas, Uber, Free Now y Bolt