Uber in New York & San Francisco
- El libro sobre Uber de Mike Isaac que destapa el piramidal
- La asquerosa contaminación de Uber sobre los Derechos Humanos
- El entramado de las empresas de transporte busca acabar con el taxi público
Uber tiene aspiraciones monopolísticas. Un estudio de la Comisión Europea habla de los detrimentos de la Uberización: Injusta y desigual competitividad a través de la continua violación de regulaciones como las tarifas obligatorias reguladas por ley, automóviles no asegurados o sin ITV y la utilización del teléfono para acceder a la intimidad del usuario.
Si a esto añadimos la continua violación de regulaciones de la ley laboral o infringir las normas más elementales para captar pasajeros en cualquier sitio en modo pirata, nos vamos haciendo a la idea por dónde va el asunto.
Las oficinas de Uber se montaron en Market Street con la 4 en San Francisco. Su primera estocada se la dieron cuándo se presentaron cómo VTC llamándose UberCab, cuando cab es el nombre de toda la vida del taxi. «Se supone que ustedes llevan limousines y ya utilizan el nombre del taxi». Ya estaban señalando a quién querían eliminar y tomar su puesto. El quítate tú pa ponerme yo, y por el camino con atajo, aunque no sea muy legal y acabes bajando unas escaleras que te lleven al Hudson.
El número de medallones en New York es de 13.437 para el yellow-taxi. Es un 20% inferior a 1930 con 16.900 medallones. Insuficiente para días de lluvia, horas punta o eventos como Congresos o Fútbol. Políticas sumamente restrictivas en servicio y horarios, con miles de taxis en aeropuertos y peleas para coger uno en la calle.
Se estaba facilitando El golpe de Estado Uber si añadimos dificultades para los afroamericanos y los sudamericanos para acceder al servicio. La falta de perspectiva si añadimos el incremento vertiginoso del turismo y el auge económico. No cuesta nada hacer estudios del maridaje conveniente para la oferta con la demanda. Taxistas con años de profesión lo hacen en 10 minutos.
Es curioso como prácticamente en todo el mundo son los menos pudientes los que han tenido que reducir drásticamente sus viajes en taxi por estar indisponibles o precios disparados. Y lo estúpido es que estas políticas hacían que los taxistas languidecieran en las paradas, con menos taxis y más caros en una lección de ineptitud sindical y de la administración que los regulaba.
Alejandro Magno no triunfó con tácticas idiotas. Él y sus generales se aplicaron. No es el caso de los que dirigen el taxi en New York ni en muchos otros lugares. Las licencias alcanzaron los 1,3 millones de dólares al haber dejado de lado el conveniente servicio adecuado al público. Y se pagó más tarde. Con el Golpe de Estado Uber. Con el cliente harto. Mal servicio y eligiendo descaradamente al cliente. Todo nefasto. Culpa de sindicatos y administración. Muchos de ellos lloran ahora, pero ¿Quién los cree? Se sospecha fundadamente que el tinglado ha sido montado. ¿Quién gana con las especulaciones sobre el medallón? ¿Quién gana también con la llegada de Uber y los otros generales golpistas? Jamás pensé que esta gente era idiota. Ganan los intereses de los Maquiavelo. Y lo demás es el arte de disimular.
Mientras Uber hacía la pelota al cliente primero con coches de lujo y luego con cualquier chatarra. Sin mala imagen. Con dirigentes pensando en su imagen mientras los taxistas la regalaban.
Quizás porque los Uber entraron con las grandes empresas del taxi y la aquiescencia de varias asociaciones de los taxistas. Esos mismos que echaron al cliente menos pudiente, al afro y al sudamericano. Los mismos que ahora los recogen con coches destartalados y conductores inexpertos. Dominando el cotarro y disimulando. Desabasteciendo Harlem de taxis para llenarlo de Ubers. Con el mismo patrón en ambos casos. Grandes empresas al frente del cotarro y administración y sindicatos pasando.
Bond conducía su plateado Ford Mondeo en las Bahamas tras su némesis, The Chifre. Observa de reojo su Sony Ericsson que le muestra un icono gráfico moviéndose hacia Ocean Club. Un tal Mister Camp acopla, copiando a James Bond en Casino Royal, este sistema a coches con conductor en San Francisco. Nace Uber.
Los dioses infligían el castigo a los mortales soberbios a través de la némesis en la Grecia clásica.
En ese mismo San Francisco tan sólo trabajaban 1.500 licencias de taxi. La capacidad de reacción ante lluvia o cualquier evento era imposible y los taxistas no cubrían las necesidades del cliente, como tantas ciudades en el mundo. Así nació Uber. El oportunista del área. Torpedo Muller. El que aprovecha las pieles de los altramuces que nosotros despreciamos.
Pasado un tiempo amenaza con echarnos. Cuenta con los inútiles que le hicieron un hueco fantástico a base de decisiones equivocadas o no tan equivocadas si sirvieron siempre a sus intereses y nunca a los del autónomo taxista. Porque son los mismos que se las refanfinfla lo de Free Now. Sólo ven cabestros entre los taxistas. Huelgas tocho en mano para reconversiones que abrieran el paso a los que se encargarían de aprovechar nuestras sobras primero para pasar a manejar el tinglado después.
La estrategia de los persas, nunca la de Alejandro Magno ni la de los espartanos de Élite que reinventa la guerrilla de Las Torres Gemelas venecianas. El golpear guardándose de conservar al cliente. La ética salpicada de estética que aleja tanto al taxi de Barcelona de ese pasado innombrable.
Si conseguimos respetar la clientela y no regalarla a plazos, quizás haya esperanza. Llamemos a los 300 espartanos y al macedonio Alejandro Magno. No le hace falta licencia.
Un guerrero con BTP conduce el carro.
Uber in New York & San Francisco