La verdad del caso Uber-Élite (3)

La verdad del caso Uber-Élite (3)

Triste amanecer para este país que intenta asimilar la aún más triste noticia de la muerte de Clint Eastwood. Lo es aún más en esta redacción del Washington Post dónde tantas veces colaboró Clint con sus artículos y sus más que sabios consejos a los redactores en lo que era concerniente al Cine y a su entorno.

Ahora más que nunca nos vemos obligados a mostrar la entrevista sobre su documental sobre la entrega del Premio Princesa de Asturias a unos activistas de Barcelona.

Nada hacía presagiar que fuera premiado en Cannes y Los Ángeles y que se esté convirtiendo en el documental más visto de la historia. Que haya provocado reacciones en la calle y debates en todo el mundo. Desde el Post rendimos homenaje a un gran hombre, un gran cineasta mientras sus restos circulan lentamente por un tren que la gente de este país aplaude con respeto.

Junto a su viuda y sus cuatro hijos está el Presidente y su esposa. También está su amigo Alberto Álvarez, uno de los protagonistas del mencionado documental que fue el objeto de esta, a la postre última entrevista.

Mientras el tren se perfila hacia Arlington, dónde reposara a escasos 20 metros de la tumba de Kennedy y de Jackie con su perenne vela encendida éste «periodicucho», cómo Clint nos llamaba publica su postrer recuerdo.

LOS PUENTES DE EASTWOOD

Clint nos recibió con ganas, si me permiten la palabra que mejor define su abierta sonrisa, que el motivo de nuestra visita fuera comentar el documental sobre los activistas del taxi en la lejana Barcelona no dejaba de ser una excusa para acompañarlo en una buena comida.

Por supuesto que el Washington Post nos había surtido del mejor vino de toda La Florida así como de dos botellas de Tequila El Cuervo, que tantas veces habíamos zampado cuándo venía por la redacción. Porque Clint actuaba, dirigía, pero también escribir era su afición y el Washington Post era su otra morada dónde tantas tardes compartimos.

E: «CLINT, ¿Qué te impulsó a visitar primero Barcelona y después Oviedo cargado de 12 cámaras en un proyecto que francamente, cuándo me lo relataste en el Post ya te dije «es una animalada»?

Clint: «Por Dios, Bill, ya sabes mi edad (sonreía mientras me llenaba la copa), francamente se lo debía al Estado Español. Allí empecé con Sergio Leone, el único director que me ha cochineado los cuartos. No sólo estuve en Almería y Burgos dónde rodábamos. Estuve en Madrid 6 meses y 8 meses en Barcelona dónde veía a menudo a Ava Gardner».

No te rías cabronazo, que de sobras lo sabías (mientras bromeaba iba sirviendo el cordero además de volver a rellenar la copa). Me enteré de sus guerras entre taxistas y la mierda que le enviamos, ya que no les arrasamos con napalm. Los conquistamos a base de empleos de miseria: Uber, Glovo, Kentuckies y MacDonalds, y un tipo de la redacción me comenta que se han tirado 14 días en la calle y que su reacción digna fue seguida por el resto de taxistas y media Europa. Y ahí le suelto ¿Nadie ha filmado eso? Coño, Bill, el movimiento Solidarnosk en Polonia cambió un puto país y reventó todo, joder, hubo película y multitud de documentales, hice lo más lógico. Ir y plasmarlo.

E: «¿Cuál era el espíritu de esa gente, que pretendían?

Clint: «A ver, Bill, ese era el tema. Alli estaba la razón de mi cine. Esos cabrones luchaban por su dignidad. Les ofrecieron la luna, más oro del que surgió en California en 1922. Se negaron. Los de Uber se burlaban. Ellos trabajaban sus putos taxis con dignidad. En la pandemia perdían dinero. Pero nuestro imperio no les conquistó.

E: «Cuéntame algo del rodaje, sobre todo veo de mérito las imágenes impactantes de la entrega del Princesa de Asturias. Abrieron los noticieros de todo el mundo.

Clint: «Todo fue según se preveía con las grabaciones en Barcelona. Élite era una asociación de taxistas con trabajo y proyecto, lo registramos, pero amigo Bill, la reina Leticia Ortiz era nieta de taxista y amiga íntima de Tito Álvarez, conocido como El Mesías del Taxi. Suena bananero en Berckley pero bien en un país católico cómo España, aunque al ser catalanes se creen diferentes. Amistad rotunda con el Rey Felipe y Tito Álvarez jugando regularmente a squash. Asi que la Leticia le dice al Rey: «Dale el premio al Tito, coño, es tu amigo». «Joder, le responde, pero si es republicano y catalán». «Por eso mismo, asi blanqueamos al ladrón de tu padre».

E: «Vaya país el de nuestros «descubridores». Joder, Clint ponme más cordero y más vino, cabrón. Pero cuéntame lo del discurso. Cuando Tito da las gracias.

Clint: «Ahí si que hubo suerte. Porque teníamos las 12 cámaras encendidas más las cámaras de seguridad. Y el resto fueron imágenes de los noticieros. Bill, prueba el vino blanco de 90 dólares. No me digas que no te gusta, pedazo de perro.

Como te decía: Está el Tito en su discurso: «Agradezco a todo el gremio, pero también a todo aquel que se haya levantado contra el oprobio del imperio explotador, porque además de hoy, haya un mañana digno. Porque se abrirán las grandes alamedas por dónde pase el hombre construyendo para siempre su libertad. Fue un honor dirigir un pelotón de hombres honrados. Imprescindibles para cambiar la inercia de explotación».

Ahí está Josep Antoni Durán, mi cámara mejicano, casualmente filmando a un tipo sospechoso con gafas negras. Audible por los más cercanos: «Ahora ves a por él. El tipo era Kristo Mejide, un conocido presentador de telebasura y al lado se levanta una abuela. Cruza los 20 metros a toda velocidad con un puñal desplegado.

El Rey Felipe salta raudo del asiento y se va tras la yaya que se abalanzó a matar a Tito. Pero cuándo ya lo damos por vencido se oye un disparo seco. La abuela cae, reventada, con la peluca sacudiendo a Tito en el estrado. Aquella señora era El Peseto Loco disfrazado con dos limones de pechos sugerentes.

E: «Coño, Clint, pero, ¿Quién le disparó? Ponme más vino.

Clint: «Robert Kubica lo filmó con su cámara en el interrogatorio posterior, porque al tío lo atraparon los taxistas que veían la ceremonia por teléfonos móviles desde el exterior.

Prueba el Cava, es catalán. Regalo de Tito. Codornuu o algo así. El tema es que éste pájaro decía que no iba a dejar que el puto Peseto matara a Tito sin que devolviera las famosas maletas cargadas de fajos de billetes de 1.000 dólares. El conocido como el saqueo del Prat dónde se cargaron dos Uber y regalaron Tesla a todos los taxistas de España.

E: «Echa un poco más de Cava, joder Clint. Esto pega. A ver qué te parece el impacto de tu Documental en todo el mundo».

Clint: «Me sorprende, por un lado, pero veo que la gente ya ve a otros que salen en mis documentales cómo los verdaderos Clint Eastwood. Tito lo es, junto con sus compañeros de Élite. Ellos son Clint Eastwood sin duda mientras que yo sólo soy su relator. Me queda poco, Bill y ésta es la obra que mejor retrata mi interior».


Clint Eastwood habla sobre 'Cry Macho' y por qué no tiene planes de jubilarse

Clint Eastwood habla sobre ‘Cry Macho’ y por qué no tiene planes de jubilarse 

 


La verdad del caso Uber-Élite (3)