La leche materna como ayuda al sistema inmunitario

La leche materna como ayuda al sistema inmunitario

La ciencia ha revelado que el cuerpo humano alberga diez veces más microorganismos que las células de tejido que posee, microorganismos, que representan aproximadamente el 2,5 por ciento de nuestro peso corporal.

Entre estos hay alrededor de 500 tipos de bacterias que viven en nuestro tracto digestivo que nos ayudan a mantener una buena salud, especialmente en bebés y niños pequeños que son más propensos a infecciones, problemas digestivos y alergias.

La leche materna, que es la principal fuente de nutrición para los bebés, contiene componentes que modifican de manera activa y pasiva el sistema inmunitario de un bebé.

Uno de esos componentes son los oligosacáridos.

Después de los carbohidratos (lactosa) y las grasas, los oligosacáridos son el tercer componente más grande de la leche materna.

La concentración de oligosacáridos en la leche materna excede la de las proteínas, lo que atrae la atención de científicos de todo el mundo. Estos oligosacáridos también se conocen como prebióticos.

Los prebióticos son fibras no digeribles que promueven el crecimiento de bacterias saludables (probióticos) en el intestino.

Naturalmente, uno puede obtener prebióticos de ciertos cereales integrales, legumbres, frutas y verduras.

Esto se debe a que algunos de estos alimentos contienen carbohidratos complejos como fibra y almidón resistente que no se digiere fácilmente.

El cuerpo lo pasa a través del sistema digestivo sin digerir para convertirlo en alimento para las bacterias y otros microbios. Los alimentos disponibles comunes que tienen prebióticos son plátano, achicoria, cebolla, ajo, puerros, etc. La leche de vaca no tiene oligosacáridos prebióticos que están presentes en la leche materna.

Los prebióticos son conocidos por sus beneficios para la salud

Ayuda en el intestino a aumentar la cantidad de bacterias saludables, ayuda a la digestión y mejora la producción de valiosas vitaminas.

Las bacterias buenas desempeñan un papel importante en la regulación del sistema inmune, previniendo el crecimiento de bacterias que causan enfermedades.

Los prebióticos también ayudan a mantener en equilibrio los niveles de minerales y electrolitos del cuerpo, lo que indirectamente ayuda a controlar la presión arterial. También ayudan a mantener niveles saludables de hormonas, lo que mantiene nuestro intestino sano y ayuda a regular el estado de ánimo.

La ingesta diaria de prebióticos también ayuda a reducir la glicación, que es la causa del aumento de los radicales libres en el cuerpo. Por lo tanto, ayuda en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.

Desde bebés hasta adultos, la ingesta de prebióticos es imprescindible

Un sistema digestivo saludable que incluya buena salud intestinal y sistema inmunológico es esencial para todas las edades. Los bebés recién nacidos no pueden consumir fácilmente fuentes naturales de prebióticos como la cebolla, el ajo o el plátano, por lo que la leche materna es esencial para ellos.

Los estudios muestran beneficios clínicos en términos de menor incidencia de diarrea, infecciones del tracto respiratorio superior, menor uso de antibióticos, menores alergias y heces más blandas.

Además, los prebióticos no tienen efectos secundarios y se consideran seguros para los recién nacidos a término y prematuros.

En última instancia, los prebióticos nos dicen la vieja regla de oro: «Prevenir es mejor que curar» y son una herramienta útil para hacer de cada niño un niño sano.

Y como se dice, ¡Un niño sano es un niño feliz!

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