Cita en Bruselas del taxi contra los Uber Files

Cita del taxi en Bruselas contra los Uber Files

Louise recorría Madison Avenue al mando de un Uber recién salido del taller. No se fiaba que estuviera bien reparado. La vida fue injusta con ella.

Recordaba cuando con 17 años la rescató Muddy Waters en la plantación. La sacó del esclavo algodón, la metió en el Cadillac blanco, le presentó a Lucille, su guitarra, su otro gran amor entonces. Aquella guitarra acabó en manos de Chuck Berry quizás porque descuidaba el mástil y se centraba más en la caja. Le pasó a ella. Muddy la rescató del látigo, pero la descuidó en Indiana, mientras seguía con sus interminables giras. Los años pasaron y allí estaba, más esclavizada que en la plantación, más vieja, más amargada.

El mensaje era claro: ”Ves al Plaza y recoge a Keith Richards. ”Louise se sobresaltó. Ella conocía a Keith Richards. Al principio de los 70 lo conoció.

Ella era un pibón, la prometida de Muddy Waters. Inaccesible para todos. Hasta la orgia del 8 de agosto del 74. Todos trajeron a sus mujeres oficiales. Nada de putones. Error de cálculo de Muddy del que luego lo comieron los celos. Porque delante de todos, mientras a él se la cascaba la Pamela Courson, la que había matado a Jim Morrison, sus dos admiradores blancos lo humillaban.

Mientras Jagger la sodomizaba, era Keith quien llegaba hasta el final. El resultado fue monstruoso: Muddy la echó sin nada (El cabrón se quedó además con el coche)y además nada podía reclamar ya que en la orgia participaron más de ocho.

Louise no tuvo dudas. Encañonó a Richards mientras el rata disfrutaba del agua gratis. Le enseñó una foto: ”Esta es tu hija, cerdo.”

Richards no podía creerlo. Otra conductora de Uber que padecía el síndrome del exceso de horas.

-“Please. Return the way to the aeroport. I am in a hurry.”
–“Tienes prisa, mamón después de lo que me hiciste en el 74.”
-“I don’remember. In 74 I was under the influence of the drugs.”
–“Mira la foto, rata británica. Ves la mirada y esa mueca tonta. Es la tuya. Además la estoy desintoxicando.”
-“Are you Louise?.”
–“Veo que no estabas tan drogado. Me jodiste la vida. Tuve que volver a la plantación, con el cargo extra del embarazo.”
-“Take me to the aeroport. Pagaré el extra logarítmico por alta demanda, dijo en un más que aceptable español.”
–“Ni hablar. ”Louise se encaminó a la comisaría del distrito 52, entregó a Richards y puso una demanda por no haber pagado los 30 años de manutención de su hija Suzanne. Richards fue encarcelado.

El relato cubrió todos los tabloides británicos y americanos. Y lo peor fue para Jagger, acusado de sodomizador.

Jagger estuvo astuto: ”Se perfectamente cuáles son las condiciones de los trabajadores de Uber y entiendo que Louise padezca el síndrome del esclavizado por esta plataforma. De pasar de ser machacada en los campos algodonales a algo aún más inhumano, donde los latigazos del amo son más benévolos que las numerosas horas al volante, supongo que ahí nació la fantasía de una sodomización sin ni siquiera usar mantequilla. La hija es calcada a Keith y nuestra empresa se hará cargo de los 30 años de manutención. Además daremos un concierto gratis si aún estamos vivos. Será en Harlem, ya que la damnificada es negra. Hay una voluntad de reparación.”

Los tabloides británicos hablaban de “abuso victimista”. Los americanos de al menos 70 años de robarles la música a los negros y de lo simbólico que había sido el ver a dos blancos tirándose a la negra delante del marido. Uno por delante y otro por detrás para descartar dudas. Así empezaron los disturbios. Se acusaba a Uber de esclavitud y a los blancos de sometimiento a las minorías afroamericanas.

“A ver, drogadicto, me estás diciendo que utilizaste el Uber “por la botellita de agua gratis“. Menuda imagen para un Rolling Stone. Keith Richards bebiendo agüita en vez de estar pinchándose. Vas a vaciar los estadios. Vamos a solucionar este tema. Acudiremos a la concentración por los servicios públicos en Bruselas para apoyar con un concierto gratuito. Lo haremos el 8 de septiembre. Los Rollings están con el taxi.”

Al día siguiente al anunciarlo en rueda de prensa hubo preguntas inoportunas: ”Danny Sandy, del New York Post, Sir Jagger no cree usted que debería cambiar su aversión al sexo oral y evitar peligrosas embestidas anales?”
Mick estalló fuera de si, harto del hostigamiento a sus preferencias sodomitas: ”Dejemos esas costumbres para los come coños de U2.” Hubo risas cómplices.

No hubo carcajadas, precisamente, en la sede de U2, en las afueras del Ulster, Jagger había ofendido a la pandilla de Bono dejando en evidencia a su banda. Bono no era partidario del sexo oral, menos aún con lo sucios que estaban los coños entre tanta adicta que descuidaba su higiene.

Mientras le daban un masaje tailandés iba repasando la noticia. The Edge, a su lado valoraba las acciones a emprender. Lo mejor era hacer un concierto gratuito para apoyar a los servicios públicos. El mismo día y a la misma hora que los carcamales de Londres pero en el lado flamenco, para reivindicar lo irlandés a través del holandés humillado o algo así (Tampoco pidamos sesudas explicaciones a un rockero cristiano. Dylan nunca las dio).

Taxistas de toda Europa asistieron a esos conciertos, apoyando a los músicos comprometidos. Desde luego, Mick Jagger deslumbraba a pesar de la edad. El público enloqueció en el décimo tema. Era Simpaty for the devil, más conocido ahora por una película de Will Smith. Empezaron a mojar a la gente, como acostumbraban mientras Mick recalcaba que era un tipo rico con buen gusto. La novedad es que lo hacían con botellas de agua de Uber en vez de sus habituales barreños. Era una muestra del desprecio. No querían su agua. Los Rolling pasaban del agua de 40 céntimos. La tiraban. Mick fue más allá. Se puso una botella en el paquete y la vació sobre Keith Richards. Keith, extasiado le mostró su culín.

A la indirecta de Mick, Richards le había retado delante de 70.000 seguidores. Mick le siguió la broma y le metió la botella ya vacía por el trasero. Richards contestó con un tremendo pedo. Y pasó lo inevitable. Richards llenó el envase con zumo diarreico. Los espectadores se frotaban los ojos. La gente se preguntaba lo que valdría esa botella en una subasta de Tiffany. Más que el pelo teñido de Marilyn. Mientras tanto los traidores de Free Now lo grababan todo con sus móviles. Estaban dolidos por el trato.

La noticia corrió cual pólvora prendida en la actuación de U2. Bono comentó en voz alta ante el numeroso público congregado: ”No comen coños porque se cagan.”

Luego hizo subir al Peseto Loco y a Albert Álvarez. Lo dijo en un magnífico holandés: ”No caben enemistades cuando se trata de defender al servicio público del taxi. Estamos en Bruselas para unidos acabar con la tiranía de los monopolios que maltratan al más desprotegido de los trabajadores. Os ruego os deis un abrazo.”

Sonaron dos disparos que mataron a Bono. Uno en la cabeza y otro cuando estaba tendido. Louise recogía la escopeta.

The Edge estuvo raudo. Hizo llamar al verdadero Bono, que después de cocinarle unas excelentes empanadillas estaba practicándole un excelso cunilingus a su estupenda esposa. Había visto como Jagger se había gastado 4.000 millones de libras en un divorcio y mantenía a su mujer feliz mientras el doble se la jugaba. Y es que los rockeros cada día eran más violentos. Para eso era rico como Fidel, para pagar un doble mientras él satisfacía a su mujer comiéndole el patatal revolucionario. A saber cuántos dobles de Fidel habían asesinado. Al menos seis.

Hicieron el truco de la sabana y la Resurrección de Cristo. Se deshicieron del cadáver y fue Bono el que acabó el recital. Con su verdadera voz ya cascada nadie lo notó. Se habían defendido los servicios públicos. Bono lograría La Paz mundial. El puñetero Madrid volvería a ganar la Champions.

No hubo cargos contra Louise. No había cadáver. Ella veía que Europa era otra cosa. Matabas a alguien y no había un rencor social. Cambiaban al asesinado por otro nuevo para que la vida fluyera. Ella si que actuó con rencor americano. Reírse de la vejez de Richards no estaba bien. Además hizo justicia al defecar en la botella de Uber después de todo lo que la habían explotado. Richards además le pasaba una buena pensión.

Bono no se pudo contener, las hazañas de Keith Richards y Mick Jagger durante los 70 habían conducido a la muerte de su mejor doble. Ahora no sólo tenía que cantar y dar la cara ante sus pesados seguidores. Encima tenía a los dos compositores en el comedor del Ritz, enfrente suyo. ”A ver, par de maricones, a ver si tengo yo cara de come coños. ”La frase resonó en el comedor, pero el sonido de su voz provocó el silencio ante la furia severa del puñetazo. Fue Mick el que cayó. Richards salió corriendo.
Aquello ocurrió durante el desayuno.

Recompusieron el moratón de Jagger con un buen montón de maquillaje. Así estuvo dispuesto para acudir al mitin de los taxistas. Era a las 7 de la tarde en La Gare du Nord, al sur de Bruselas.

Llegó temprano. Mick no quería tropezarse otra vez con el zopenco asalvajado de Bono. Saludó con agrado a los trabajadores del taxi. Les dio todo el apoyo. Le habían hablado de la magnifica resistencia de Élite en Barcelona. Se dirigió a su máximo dirigente y le entregó una bolsa de Zara. ”Cuidarlo en una nevera, que no se descomponga. ”Albert le pasó la bolsa a Fran, que la dejó en la pequeña neverita de la asociación..

Cuando llegaron los discursos apareció Bono y volvió a reclamar unidad sindical y amor entre activistas. Nadie percibió el tiro fallido de Louise. Abatió a un cámara de la CBS que fue sustituido por el jefe de sonido sin que nadie lo notara. ”Allá en Ireland no consentiremos ningún UBER mandado desde el imperialismo americano o británico. Los echaremos desde el amor a La Paz o a tiros, según convenga. ”Bono demostraba que jamás fue un comedor de coños.

Mientras el Peseto accedía a la nevera y constataba que Jagger les había regalado el zumo diarreico de Richards. Tomó la botellita de Uber con la más grande y jugosa cagada desde el fallo de Cardeñosa contra Brasil. Valoraba el precioso producto y aún más la cara de Albert al descubrir el salvaje acto criminal de la sustracción.

Mientras se agotaba el tiempo hasta su intervención, Albert Álvarez, era conducido hasta la cámara secreta del Ritz. Allí Keith Richards le hacía entrega de su bien más buscado: Su zumo diarreico con el sello de la Casa Real, autentificada gracias al título real de Sir de Mick. Tanto Baena cómo El Peseto se llevaban dos cagadas de Mick sin valor material, ya que era zumo marrón. No el zumo histórico negro que registraron las cámaras de la MTV.
No era lo mismo una cagada vulgar de un viejo ex-sodomizador que ese zumo diarreico surgido de una Eucaristía delante de 70.000 fieles en un concierto histórico. Y el sello era el broche a dos días de reivindicación. Uber había perdido la guerra.

Allí, ante la multitud, Albert Álvarez exhibía el botellín con el sello real. Los aplausos ocultaban el rencor tanto de Bono, como The Edge o el Peseto. Pero el más astuto fue el Baena. Apostó a sus cabestros en lo alto del escenario. Ezequiel se abalanzó y le arrebató él fluido negro. El otro cabestro, Tomás, hizo como si se lo devolvía. Albert Álvarez se mostró aliviado y empezó el esperado discurso.

“!!!!Tenemos el Santo Grial!!! La señal divina a través del trasero del guitar player. La venganza sobre la manipulación monopolística. Hubo que mostrar simpatía por el diablo. Hasta ahí llegó el sentido de nuestra lucha. Y este zumo diarreico es la prueba de la razón.”

Albert se calló un momento al notar que faltaba el sello real. Lo peor era el color marrón. Saltó del escenario. Al menos 3 metros. Cayó sobre Baena que estaba acariciando el zumo diarreico escondido en su gabardina. El Peseto y Bono protegían junto a los cabestros al viejo sindicalista.

Fue el instante en que Richards apareció en el escenario: ”Amigos del taxi. Parad esta lucha, debemos estar todos juntos contra los VTC bastardos y su loca invasión.”

Keith sacó dos botellas Uber conteniendo más zumo diarreico, también con el sello real. Así consiguió que Baena retornara El Santo Grial a su dueño. El Peseto y él recibieron las dos versiones en “estudio” mientras Albert se llevaba la versión “live”, la consagrada por Satán.