Uber hace las Américas

Uber hace las Américas

Lo cierto es que las cuentas no le salen a Uber. Los conductores de la aplicación no suelen durar más de un año. La falta de trabajo debido a la pandemia no da para un mínimo salario debido a que no se alcanza ninguna compensación extra por alcanzar los célebres incentivos extras. Los premios a las muchas horas. Las carreras sin embargo suben los precios en USA principalmente dónde han conseguido arrasar con buena parte del taxi tradicional.

Cómo diría Alfonso Guerra: «No te va a conocer ni la madre que te parió. Queríais cambio y os hemos dado el cambiazo. Algo está pasando aquí, pero usted no sabe el qué. ¿Verdad, Señor Rodríguez?».

Lo cierto es que los conductores ni queriendo consiguen trabajo en UBER. No cuándo ellos desean. Simplemente cuándo hay un fuerte pico de demanda. Lo cual les remite al amontonamiento en determinadas horas y la escasez del resto. El sistema cuándo no se dan las condiciones óptimas hace aguas. «Trabaja cuando quieras» ya no es un axioma. Ganarse unos dólares extras es bien difícil.

La legislación también se ha endurecido y la lucha entre David (los conductores) y Goliah (Un sinfín de apps) alcanza cotas esperpénticas porque ni con algoritmos cameruneses de sobreexplotación las cuentas pueden cuadrar. Ni a empresa ni a trabajador.

Destrozan el taxi tradicional sin ser una alternativa real. Otra empresa-crápula que hará las delicias en Wall Street jugando a la baja en el mercado de derivados. Con apalancamientos infernales en warrants, opciones, futuros y ventas al descubierto. Su fracaso es el mayor negocio especulativo.

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