Pedro Sánchez y el síndrome de Pontius

La emocracia de las sociedades occidentales

Según la RAE, emocracia es «una creación neológica con la que se expresa la idea de que gobiernan las emociones» y a los agitadores de emociones se les llama “emócratas”. Según Fernando Pessoa, “las sociedades están dirigidas por agitadores de sentimientos, no por agitadores de ideas”, de lo que sería paradigma el triunfo de los partidarios del Brexit quienes apelando a la fibra sentimental de la ciudadanía británica, consiguieron la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Entre los emócratas descollarían Trump, Johnson, Trudeau, Milei y Netanyahu, grupo selecto al que se habria incorporado recientemente Pedro Sanchez, inmerso en la cruzada por «la regeneración democrática» y se caracterizan por utilizar mensajes directos, cortos y superficiales, «destinados no a la esfera racional del individuo multidimensional sino a la fibra emocional del individuo unidimensional».

Las redes sociales como X o Twitter se habrían convertido en el vehículo de transmisión ideal de los postulados del emócrata de turno para propagar el maniqueísmo, el culto al líder y mediante las fake news conseguir sumir a la población en la duda existencial.

Por otra parte, según un reciente estudio de la Universidad de Cambridge, el 57% de los encuestados en 154 países se muestran insatisfechos con la democracia actual, con lo que la Emocracia o Gobierno de las Emociones, tendría ya el camino expedito para alcanzar el Poder. Así, la propaganda electoral del emócrata está dirigida «no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta».

Los emócratas se sirven de la llamada inteligencia maquiavélica, consistente en el «uso de comportamiento cooperativos o combativos que le puedan reportar mayores posibilidades de adaptación en función de una situación concreta».

Asimismo, los emócratas se distinguen por «su extraordinaria capacidad para encontrar las debilidades ajenas y utilizarlas en beneficio propio así como realizar acciones complejas que pueden no ser entendidas en un principio por sus votantes pues sus metas se proyectan hacia un futuro mediato (implementación de un sistema Presidencialista con claros tintes autocráticos).

Asimismo, su labor vendría facilitada por el encefalograma plano de la conciencia crítica de la sociedad actual, sedada por el consumismo compulsivo y favorecida por la decadencia del llamado Cuarto Poder. Así, en la actualidad, la práctica periodística estaría peligrosamente mediatizada por la ausencia de la exégesis u objetividad en los artículos de opinión así como por el finiquito del código deontológico periodístico.

Ello habría convertido a los medios de comunicación, tanto digitales como impresos y audiovisuales en la voz de su amo, siendo tan solo meras correas de transmisión de los postulados ideológicos de sus accionistas mayoritarios.

Asimismo, la emocracia sería el caldo de cultivo de la autocracia, forma de gobierno ejercida por una sola persona, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal). Así, partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres, llegado al poder el emócrata se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes totalitarios, lo que confirma el aforismo de Lord Acton «El Poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente».

Germán Gorraiz López
Germán Gorráiz López nacíó en Navarra en 1957. Escribe análisis sobre temas económicos y geopolíticos. Colabora en Diario16, Timis Local News, Diario SIGLO XXI, El Libre Pensador, cubanuestra.wordpress.com, Entorno-empresarial.com, panoramical o El Mercurio Digital.