Juancarlismo y gatopardismo
El relato oficial dice que entre la muerte de Franco en 1975 y el fallido golpe de Estado de Tejero (23 de febrero de 1981), España sería una Arcadia idílica (de apellido Transición), en la que los líderes de la oposición al régimen de Franco y los reformistas del interior pactaron una agenda para preparar al Estado español para su anhelada entrada en Europa así como garantizar la democracia y el progreso generalizado, todo ello bajo la supervisión del rey Juan Carlos I como valedor de la balbuciente democracia.
Sin embargo, en realidad el Estado español sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1981, en el que los líderes políticos confinados en el Congreso fueron “invitados” a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el status quo asociado al sistema monárquico (Juancarlismo), al sistema político bipartidista (implantación de las listas cerradas y de la Ley D´Hont) y a la defensa de la “unidad indisoluble de la nación española”, principios recogidos en la todavía vigente Constitución de 1978 que estaría blindada ante cualquier cambio institucional que se pueda producir en el Estado español al precisar una mayoría favorable de tres quintos del Congreso y del Senado, con lo que se cumpliría una vez más la profecía: “Todo está atado y bien atado”.
El establishment del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial, política, militar, jerarquía católica, universitaria y mass media del Estado español que serían los herederos naturales del legado del General Franco y que habrían fagocitado todas las esferas de decisión (según se desprende de la lectura del libro “Oligarquía financiera y poder político en España” escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet) y que veló para mantener impoluta la honorabilidad del Rey Juan Carlos mediante la “espiral del silencio” de los medios de comunicación de masas del establishment.
Dicha teoría simbolizaría “la fórmula de solapamiento cognitivo que instaura la censura a través de una deliberada y sofocante acumulación de mensajes de un solo signo” (es un Rey campechano), con lo que se produciría un proceso en espiral o bucle de retroalimentación positiva para lograr el encefalograma plano de la conciencia crítica de la sociedad actual con lo que el periodista se habría convertido en mera correa de transmisión de los postulados del establishment cuyo penúltimo episodio sería la cruzada mediática para preparar el regreso del Rey Emérito.
Asimismo, el Emérito habría contado con la ayuda impagable de la Fiscalía para salir incólume de sus posibles delitos fiscales tras ser archivados debido a “su inviolabilidad, haber prescrito o haber regularizado su situación fiscal con la Hacienda”, con lo cual el Emérito sería “un ciudadano ejemplar”.
Por otra parte, para asegurar la herencia juancarlista, se estaría trabajando entre bambalinas para presionar a Feijóo y convencerlo “en aras del interés general de España” de la necesidad imperiosa de un Gobierno de Salvación Nacional PSOE-PP tras las Elecciones del 2023, acuerdo que contaría con las bendiciones del establishment financiero y tendría como objetivo último el retorno del Bipartidismo PSOE-PP y la adopción de recortes siguiendo los dictados de la Troika europea para evitar el rescate.
Dichas medidas se traducirán en una dramática reducción de los subsidios sociales que afectarán a la duración y cuantía de las prestaciones de desempleo, así como a las pensiones y sueldos de funcionarios al tiempo que escenificará la metamorfosis del Régimen del 78 mediante una reforma edulcorada de la actual Constitución vigente para implementar un Estado monárquico, bonapartista y eurocéntrico, siguiendo la máxima del gatopardismo (“Cambiar todo para que nada cambie”).
Juancarlismo y gatopardismo