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Condenado un agente de la Guardia Civil por golpear a un hombre que le recriminó fumar en el puesto de trabajo durante un control de alcoholemia

Hace cuatro años que dos agentes de la Guardia Civil habían montado un control de alcoholemia en la avenida de Alfonso Molina un día de febrero del 2020, y a las tres de la madrugada dieron el alto a una conductora que, al someterse a las pruebas dio positivo.

Entonces los agentes invitaron al copiloto a comprobar su grado de alcohol para ver si podía hacerse cargo de la conducción del vehículo. Pero el hombre también dio positivo en alcohol.

El agente que comenzó a redactar al boletín de la denuncia fumaba un cigarro, pero el copiloto del vehículo comenzó a recriminarle que fumase «en su puesto de trabajo».

Según recoge la sentencia, «el agente, molesto ante la actitud del copiloto, se volvió hacia él y, tras extraer de la funda su defensa reglamentaria extensible, le propinó con ella varios golpes en las extremidades inferiores, quedando el hombre tendido sobre el capó del vehículo». El otro agente, ajeno hasta ese momento a la tensa conversación, ayudó a su compañero a colocarle las esposas. Los golpes le ocasionaron contusiones con edemas y hematomas en las piernas, que necesitaron siete días de curación.

El incidente desembocó en un juicio, donde el agente intentó demostrar que el hombre habría mostrado una actitud amenazante «acercando su rostro al suyo de manera agresiva». Señaló que primero lo apartó con las manos «para evitar una posible agresión». Después optó por usar la porra empleando «la fuerza imprescindible para reducir al hombre».

Por su parte, el copiloto reconoció que su comportamiento no había sido correcto y que se puso «pesado y vacilón». Pero insistió en que nunca llegó a ser desafiante ni agresivo, ni con el guardia civil ni con su pareja.

Ante ambos testimonios, resultó decisivo el de la mujer, ya que el otro agente aseguró no haber presenciado el incidente. Ella reconoció que su compañero se había puesto «muy pesado», confirmó las alusiones al tabaco del agente y calificó el comportamiento del copiloto de «irrespetuoso, pero en modo alguno, agresivo».

Narró que el agente se encontraba de espaldas al hombre que le increpaba. «Y de manera repentina el guardia se giró hacia él, sacó la porra y comenzó a propinarle golpes, la víctima se encogió, ella empezó a gritar y el otro agente apareció en la escena para ayudarle a esposarlo», recoge la sentencia de la Audiencia Provincial, que tomó por buena esta versión y señaló que hizo un «uso desproporcionado» en su uso de la defensa. Le obliga a indemnizarlo con 300 euros.