¿Tiene solución el Top Manta en Catalunya?
Un paseo con decenas de personas vendiendo todo tipo de productos con mantas extendidas en el suelo.
Es una imagen que se repite desde hace más de dos décadas sobre todo en los municipios de la costa con la llegada del verano, sin que ninguno de ellos haya podido encontrar una solución al fenómeno del top manta.
Los comerciantes se quejan de la competencia desleal y de las pérdidas que les causa, y los manteros exigen regularizar su situación para poder dejar la calle.
Una situación enquistada desde hace tiempo y que parece no tener una solución clara que no pase por cambiar la ley de extranjería.
Barcelona, Roses, Cambrils y El Vendrell son algunas de las ciudades donde, con la llegada de los meses fuertes del turismo, también llegan cada año decenas de personas que se dedican a la venta ambulante ilegal.
En el caso de Roses (Girona), por ejemplo, ninguno de los partidos que han gobernado en la última década han conseguido evitar la presencia de los 400 manteros en el municipio durante la temporada de verano.
Y eso que el Ayuntamiento ha intentado de todo: desde pintar un carril bici hasta poner paradas o contratar seguridad privada. Pero ninguna medida ha dado los frutos esperados.
De hecho, este año el equipo de gobierno ha optado por reforzar el número de policías locales -que irán de paisano-, en detrimento de los vigilantes privados por los que había optado. «No dio los resultados esperados», reconoce la alcaldesa Montse Mindan (PDECat), y el concejal de Seguridad.
De momento, según constatan los manteros, la actuación de los agentes de paisano es efectiva. «Este verano ya nos han tomado varias veces lo que vendemos, nos lo quitan todo y nos dejan sin nada», se queja Serigne Falilou, que actúa de portavoz de los manteros rosenses.
Falilou también remarca la situación de muchos compañeros y pone de ejemplo su vecino, que llegó en patera desde Nigeria, no tiene casa y dependerá de lo que venda para poder comer.
Medidas con resultados dispares
En cambio, en otros municipios como El Vendrell y Sitges sí están satisfechos con la contratación de agentes privados, que se ha traducido en una reducción del número de vendedores ambulantes.
En el municipio del Garraf, además, han hecho un estudio socioeconómico del perfil de los vendedores: la mayoría son hombres de entre 18 y 28 años, provenientes de Senegal, y un 77% dejarían la actividad si pudieran acceder a un contrato de trabajo o pudieran regularizar la situación.
Poblaciones como Calafell (Tarragona) y Blanes (Selva) han erradicado la venta ambulante con dos medidas diferentes.
En Calafell, la clave fue dejar de ejercer presión policial sobre los manteros y organizar operaciones con otros cuerpos policiales para «intervenir el material al origen».
«Cuando los productos llegan a la manta ya tienes la batalla perdida; la clave es intervenir los pisos donde guardan el material», explica el alcalde Ramon Ferré.
En Blanes complementaron el dispositivo de seguridad instalando una feria de artesanía en el espacio donde se colocaban los manteros.
«En 2017 sólo tuvimos 14 denuncias por venta ilegal, en 2018 4 o 5, y en 2019 ha habido 3 hasta ahora», detalla el jefe de la Policía Local de Blanes, Joan Garcia.
Pero reconoce que «no hay una solución mágica» y que los vendedores «son unas víctimas más».
Todos los ayuntamientos avisan, con todo, que es un fenómeno que sobrepasa sus competencias y reclaman al Estado y a la Generalitat que intervengan.
El departamento de Empresa, de hecho, lleva meses preparando un protocolo de actuación para evitar la proliferación de vendedores ilegales que debería presentarse pronto.
Las asociaciones
En 2016 nació en Barcelona la Plataforma de Afectados por el Top Manta y la venta ilegal ambulante, formada por una treintena de asociaciones de comerciantes, vecinales y de la hostelería.
Su portavoz, Fermín Villar, lamenta los perjuicios económicos que conlleva: «Ocupan la vía pública y hacen competencia desleal porque no pagan impuestos ni alquileres.
No es lógico que en Barcelona no puedas abrir un bar nuevo porque no hay licencias pero puedas vender mojitos en la playa ilegalmente».
¿Por qué no les ofrecemos trabajo y a ver qué dicen?», dice el técnico de Diomcoop Baye Thiakh. «Si hubiera voluntad política, ya hace tiempo que se habría solucionado», añade el portavoz del sindicato, Aziz Faye.
Y es que ambos creen que la solución pasa por cambiar la ley de extranjería, que obliga a presentar un contrato laboral de un año para salir de la ilegalidad.
Además, recriminan que detrás de muchos discursos contra los manteros hay «racismo» y una «voluntad de criminalizar un colectivo que sólo intenta sobrevivir».
También, hace unos meses salió a la luz la marca Top Manta ha sido creada por Union of Street Sellers, y es la primera iniciativa de este tipo en cualquier parte del mundo.
¿Tiene solución el Top Manta en Catalunya?