Claudia Cardinale: la última gran dama del cine italiano
El vals de El Gatopardo, su entrada luminosa en Ocho y medio bajo la mirada de Mastroianni, o su papel enigmático en La Pantera Rosa son escenas que quedarán ligadas para siempre a Claudia Cardinale, fallecida este martes a los 87 años.
Las tres películas se estrenaron en 1963, el año de su consagración como estrella mundial. Solo una de ellas habría bastado para situarla en la historia, pero Cardinale rodó más de 150 filmes, trabajando con maestros como Visconti, Fellini, Monicelli, Germi, Leone o Blake Edwards. Con su muerte, Sophia Loren queda como el último icono vivo de aquella generación dorada del cine italiano.
Una vida entre tres países
Cardinale murió en su casa de Nemours, cerca de París, según confirmó su agente Laurent Savry. Francia fue uno de los tres países clave de su vida, junto a Italia y Túnez, donde nació en 1938 en el seno de una familia de inmigrantes sicilianos.
Su infancia estuvo marcada por la Segunda Guerra Mundial —su primer recuerdo fue la llegada de soldados estadounidenses—. En Túnez fue descubierta por el director René Vautier, que la eligió para un cortometraje premiado en Berlín. Poco después, ganó un concurso de belleza en el que fue coronada como “la mujer más guapa de Túnez”, lo que la llevó en 1957 a la Mostra de Venecia, donde comenzó su imparable carrera.
De Rufufú al estrellato
Su debut llegó en 1958 con Rufufú de Monicelli. Aunque su papel fue breve, su carisma cautivó al público. Ese mismo año tuvo a su primer hijo, fruto de una violación que mantuvo en secreto durante años, presentándolo públicamente como su hermano hasta que decidió revelar la verdad.
Mientras tanto, rodaba películas ocultando su embarazo, una muestra de la fortaleza y determinación que marcaron toda su vida.
1963: el año de gloria
Antes de alcanzar la cima, ya había trabajado en Un maledetto imbroglio (1959), Il bell’Antonio o La chica con la maleta. Pero fue 1963 el año que la convirtió en leyenda:
- Con Fellini en Ocho y medio, interpretándose a sí misma.
- Con Visconti en El Gatopardo, junto a Alain Delon y Burt Lancaster, en uno de los bailes más memorables del cine.
- Con Blake Edwards en La Pantera Rosa, que la catapultó al público internacional.
Lo extraordinario fue que rodaba dos películas a la vez, alternando entre Sicilia y Roma, y cambiando de rubia a morena según lo exigiera el perfeccionista Visconti o el caótico Fellini.




































