La historia de Linito, el mono encerrado en un piso durante 35 años

Liberan a Linito, un mono capuchino que ha pasado 35 años en la jaula de un piso de Barcelona

Linito, el mono capuchino rescatado este miércoles de un piso de Barcelona, se recupera en estos momentos en la Fundación Mona. Lo han estado alimentando durante las últimas horas y poco a poco toma confianza con los nuevos cuidadores.

El objetivo es que pueda terminar conviviendo con monos de su especie. Es el inicio de la nueva vida de este primate, que ha permanecido durante 35 años encerrado en una jaula minúscula.

De las selvas de América Latina a un piso del Eixample

Las claves del caso las ha explicado en betevé la asociación animalista FAADA, que tuvo conocimiento del caso en el 2014 al recibir el aviso de una persona que sospechaba de la existencia del animal en su bloque de pisos. Linito —diminutivo de Marcelinito— llegó a España proveniente de América Latina dormido en avión para venderlo a un particular: “Lo compró un hombre que tenía otro mono capuchino, y una vecina suya se hacía cargo de forma puntual cuando el hombre salía de viaje”, explica Andrea Torres, coordinadora del Área de Animales Salvajes de FAADA.

La vida de Linito: huevos duros y dulces para salvarlo del maltrato

Con el paso del tiempo, la vecina se dio cuenta de que el hombre maltrataba a Linito y quiso hacer algo.

El antiguo propietario le pegaba y ella decidió comprarlo por 45.000 pesetas para salvarlo”, ha indicado Andrea Torres, coordinadora del Área de Animales Salvajes de FAADA.

Linito dejó de recibir golpes, pero pasó a vivir en soledad, sin la compañía del otro mono, a quien la mujer no pudo rescatar. Según FAADA, «su propietaria se empleaba muchísimo en cuidarlo e intentaba que tuviera una dieta variada, con huevos duros para cenar y dulces». Sin embargo, desde 2014 no había recibido ninguna visita veterinaria.

La buena voluntad no es todo. La mujer es mayor y no tiene familia. Por eso aceptaba el traslado del animal a un santuario, pero pedía que fuera una vez ella muriera. «Era un amor egoísta. Un vínculo de dependencia de la propietaria hacia el animal”.

Con la visita de técnicas del Área de Bienestar Animal, FAADA y la Fundación Mona, finalmente acabó cediendo: «Ahora sabemos que tiene un vacío, pero intentaremos que vea imágenes del capuchino para que se quede más tranquila». Según Torres, es habitual que la mayoría de expropietarios de primates piensen que el animal no podrá vivir sin ellos, pero la relación se establece más bien en sentido contrario: “Piden ir al centro de recuperación y allí se dan cuenta de que animal ya no depende de ellos, pasan página y ya no los vuelven a visitar más”.