¿Ha arruinado el streaming a la poderosa industria del cine?
El mundo cinematográfico ha visto en apenas poco más de un siglo un gran número de revoluciones. Tras las primeras salas de cine llegaron las televisiones, luego los reproductores domésticos y, más recientemente, las modernas plataformas de streaming audiovisual cada vez más populares en internet.
Ante el fenómeno imparable de plataformas famosas como la popular Netflix, que roza los 200 millones de suscriptores, han surgido voces que auguran la ruina de la industria del cine. ¿Pero es esto cierto? A continuación, vamos a tratar de dar respuesta a esta pregunta, repasando varios ejemplos de este cambio ya imparable.
Si no puedes con el enemigo, únete a él: el caso de Warner Bros
En 2021, todas las películas de Warner Bros se estrenarán simultáneamente en cines y en HBO Max. Se trata de una verdadera revolución en la industria del cine. Warner Bros da así un importante espaldarazo a un sector que no siempre ha gozado del favor de los grandes estudios cinematográficos. Un apoyo así no se puede entender más que en clave de aceptación de un fenómeno que no se va a ir así como así de nuestras vidas.
Un escenario que apuesta por las sinergias: el caso de Netflix y Amazon Prime
Netflix es uno de los pesos pesados de la industria del streaming. Uno de los motivos que ayudan a entender su éxito es que no vacila a la hora de apostar por las sinergias, es decir, por un escenario en el que todas las partes ganan. Así, por ejemplo, es una de
las pocas plataformas que apostó directamente por estrenar en salas de cine antes que en su web.
También ha facilitado que cineastas que de otro modo no tendrían acceso a financiación puedan estrenar directamente en la plataforma. Netflix, además, prima mucho los estrenos locales e independientes en su plataforma y así está generando una biblioteca realmente interesante de películas, alejada de los clásicos films de Hollywood. Basta con ver series animadas como Agent King para comprobarlo.
Amazon Prime, por su parte, destaca por su impulso del alquiler de películas. Gracias a su potente plataforma que aglutina al primer comercio electrónico del mundo, el servicio de streaming de series y películas de Amazon genera suculentos ingresos para estudios cinematográficos de todo tamaño.
La variedad del streaming en el ocio digital de nuestros días
Los consumidores están acostumbrados a ver del tirón series enteras sin tener que esperar una semana a que se estrene ese esperadísimo capítulo. Se han habituado a disponer de una amplia oferta de contenidos entre los que elegir. Y algunos protagonistas de otros sectores del ocio han visto la oportunidad de trasladar esto a sus respectivos ámbitos.
El caso del iGaming es paradigmático, con casinos online que apuestan por ofrecer variedad, con el fin de fidelizar a unos usuarios cada vez más exigentes. Para ello no dudan en ofrecer en una plataforma centralizada cientos de títulos, sin necesidad de descarga, en formato streaming. La industria del juego en línea copia así la tendencia de otra gran industria lúdica como la de los videojuegos, cada vez más tendente al juego en formato streaming.
El mundo de la música tampoco escapa a la fiebre del streaming. Plataformas ya consolidadas como Spotify dan buena fe de ello. Millones y millones de canciones en la palma de la mano, basta con tener una conexión a internet mínimamente decente y una suscripción al servicio de streaming de música.
En resumen, a tenor de estos ejemplos, parece difícil darles la razón a los más agoreros. Es normal que la maduración de un nuevo fenómeno tecnológico y cultural despierte ciertas suspicacias iniciales, pero normalmente los mercados no son juegos de suma cero. Las industrias culturales, como la del cine, se están viendo notablemente beneficiadas del auge del streaming en nuestras vidas.
Además, este fenómeno se está trasladando a otros sectores del ocio importantes, como el del juego en línea o el de la música. Por último, la experiencia de ir al cine de toda la vida o al autocine en una hermosa noche de verano seguirá siendo cuestión de carne y hueso. ¿Quedan entonces, motivos justificados, para oponerse ferozmente a esta nueva modalidad de entretenimiento?