El Congreso tumba la moción de censura y la ultraderecha se queda sola

El Congreso tumba la moción de censura y la ultraderecha se queda sola

Nunca hubo ninguna posibilidad de que prosperara y no prosperó.

El Congreso tumbó ayer por abrumadora mayoría la quinta moción de censura de la democracia, la defendida por el partido de la ultraderecha Vox.

Incluso el PP les dijo «no», un voto guardado en secreto hasta el último minuto para Pablo Casado.

La moción de la extrema derecha, que la cámara baja comenzó a votar poco después de la una y media de la tarde, no prosperó y se limitó a obtener los apoyos de los 52 diputados de Vox.

No hubo ninguna abstención y todos los parlamentarios, los 298 restantes, se unieron en un gran «no» a la ultraderecha.

Vox se quedó lejísimos de la mayoría absoluta que la Constitución exige para desalojar el Gobierno del poder: 176 escaños. Incluso la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, que había defendido la abstención, cumplió con la disciplina de voto y dijo «no».

Fue la censura con menos apoyos de la historia. La liderada por Unidas Podemos, en 2017, consiguió 82 «síes». La anterior, 30 años antes, en 1987, la que tenía el popular Antonio Hernández Mancha como candidato, 66. Y la primera de la democracia, la de 1980, la que enfrentó Felipe González contra Adolfo Suárez, consiguió 152 votos afirmativos.

La única que resultó ganadora fue la de hace sólo dos años, la que hizo Pedro Sánchez presidente y tumbó Mariano Rajoy: consiguió 180 votos, cuatro más de la mayoría absoluta. Después, las urnas, por dos veces en 2019, mantuvieron al líder socialista en el poder.

La segunda jornada del debate de la moción tuvo como foco la trifulca en la derecha, la violenta ruptura del cordón umbilical del PP con Vox, que pilló con el pie totalmente cambiado, «absolutamente perplejo», el candidato Abascal.

«Lamento decirle que la jugada le ha salido mal, pero acepto el desafío, es la hora de poner las cartas boca arriba. Hasta aquí hemos llegado», clamó Casado en un discurso sorprendentemente duro y que sorprendió a todos.

El líder del PP afirmó que Abascal quiere una «España a palos». Los comentarios le dolieron. El líder ultra lamentó que la hubiera «pisado» y atacado incluso en el terreno personal y le recordó, no gratuitamente, que con sus votos sostiene los gobiernos conservadores en Madrid, Andalucía y Murcia.

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