100 personas arropan a Abascal en Bilbao agitando las banderitas
Abascal ha iniciado su gira de tres días por Euskadi con un mitin en un barrio de Bilbao donde conviven personas de distintos orígenes y donde, según el discurso de la extrema derecha, no hay más que inseguridad. Los ultras han marcado así el inicio de la carrera hacia las elecciones vascas, en las que podrían perder el único escaño que tienen en este territorio.
Un amplio dispositivo policial ha rodeado este viernes la Plaza del Corazón de María, en pleno San Francisco. Agentes encapuchados han bloqueado el paso a los transeúntes y han montado un cordón policial frente a los bares situados en esa zona.
Abascal llegó a su tierra natal a las 20.00 horas junto a sus seguidores, que agitaban las banderitas. Pero el recibimiento no tuvo sorpresas, el líder fascista fue recibido como se esperaba, con abucheos y recriminándole su presencia en el país.
Cuando ya estaban dentro de la plaza, uno de ellos sacó una bandera con el lema «Viva la unidad de España» que venden los neofascistas de Falange. Otro desempolvó una bandera con la cruz de Borgoña que también enloquece a la ultraderecha.
«¿Me haces una foto con los guarros?», preguntó un hombre de camisa blanca recién planchada a otro veterano fan de Abascal. «Los guarros», en la terminología ultra, eran los pocos vecinos de San Francisco que lograron permanecer en los bares situados junto a la plaza.
Cuando Abascal subió al pequeño escenario, desde uno de los balcones que dan a la plaza empezó a sonar el mítico himno antifascista Bella Ciao, seguido por la Internacional en euskera o el no menos clásico Euskadi antifaxista.
Los ultraderechistas se fueron como llegaron. Antes, eso sí, se cuadraron con el himno de España y sacaron una bandera de España de importantes proporciones que uno de los militantes de Vox guardaba en un bolso.
Abascal salió en coche y sus simpatizantes a pie. La Ertzaintza formó un largo cordón policial y sacó al centenar de simpatizantes de extrema derecha lo más rápido que pudo. Al partir, varios de ellos aprovecharon la seguridad que garantizaba la custodia policial para hacer fotos a los vecinos de San Francisco y, de paso, insultarles a viva voz. «Etarras» o «hijos de puta» fueron algunas de las dedicatorias.