20 años de mentiras y manipulación de Aznar y los medios afines al PP por el atentado del 11M
A primera hora de la mañana de ese 11 de marzo una célula yihadista inspirada por Al Qaeda hizo detonar diez bombas en cuatro trenes de cercanías llenos a rebosar de gente que iba a trabajar.
Semanas después, los principales autores de la masacre se suicidaron haciendo explotar el piso de Leganés donde se escondían cuando la policía los tenía rodeados. De paso, mataron a un agente. Pero cuando hace veinte años de esa tragedia, muchas otras heridas siguen abiertas.
Estas otras víctimas del 11M aún hoy piden una disculpa de aquellos medios de comunicación y responsables políticos que sostuvieron una campaña de manipulación informativa según la cual detrás de los atentados había una conjura para esconder la supuesta autoría de ETA. objetivo de apartar al PP del poder y hacer que el PSOE de Zapatero ganara las elecciones que se hicieron tres días después de los ataques.
Una de las fake news que más alimentaron portadas, tertulias y preguntas en sede parlamentaria fue la llamada mochila de Vallecas. Se trata de una bolsa llena de explosivos que no estalló el 11M y que fue trasladada a la comisaría.
Su contenido –que se analizó antes de ser detonado con seguridad– fue una prueba clave en el juicio para demostrar la autoría islamista. Los altavoces mediáticos de la conspiración acusaron de haber manipulado el artefacto al entonces comisario Rodolfo Ruiz.
El excomisario asegura: «En ningún momento toqué la mochila, aunque me acusaron de haber puesto yo la bomba allí por orden de Zapatero para convencer de que había sido el yihadismo, y no ETA como ellos pregonaban», recuerda el excomisario.
Ya retirado, Rodolfo Ruiz ha rehecho su vida en Zaragoza. El calvario que atravesó durante los años que estuvo en el punto de mira llegó al extremo de hacer que su esposa se suicidara.
Lo que años después eran dudas, teorías o rumores, en las horas posteriores a los atentados era un convencimiento rotundo. Para muchos españoles no cabía duda de que, como sostenía el gobierno de José María Aznar, había sido ETA.
La muerte de Ángel Berrueta
En este contexto, un panadero de Pamplona fue asesinado el 13 de marzo . Ángel Berrueta había discutido con una vecina, casada con un policía nacional, porque no le había permitido colgar en su tienda una pegatina que atribuía la masacre a ETA. Momentos después, el marido y el hijo mataron a Berrueta. El hijo le dio varias cuchilladas y el padre le remató a tiros.
Su hija Aitziber lucha para que no se pierda la memoria de su padre y sea reconocido como víctima de la violencia del Estado.
«El ambiente estaba muy enrarecido después de que el gobierno de Aznar había dicho que había sido ETA. Había unas elecciones y las querían ganar al precio que fuera y la consecuencia fue el asesinato de mi padre».
La crispación que rodeó el 11M también impactó contra las familias de los fallecidos en el ataque terrorista que más se expusieron públicamente. La más señalada fue Pilar Manjón, madre de Daniel, un joven muerto en los trenes y expresidenta de la Asociación 11M de Afectados del Terrorismo.
Soportó no sólo el desprecio de la derecha mediática y el aislamiento institucional, sino también amenazas de muerte. Vivió ocho años con escolta, hasta que el gobierno de Rajoy se lo retiró con el pretexto de que ETA ya no mataba.
Sobre la espiral de mentiras que desató el 11M ha escrito mucho Víctor Sampedro, catedrático en Comunicación Política por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. En su último libro, «Voces del 11M», recoge testigos de víctimas, periodistas y policías que pagaron «un precio muy alto por mantener la verdad».
Sampedro está convencido de que los promotores de las teorías de la conspiración construyeron la mentira siendo conscientes en todo momento de la manipulación, con el objetivo de desgastar al gobierno socialista de Zapatero y beneficiar a la estrategia del PP.
Muros de contención contra las mentiras
Pero también fueron muchos los que en aquellos días de marzo del 2004 se plantaron y decidieron no seguir la línea oficial que marcaba La Moncloa. Periódicos como La Voz de Galicia o El Punt ya señalaban a Al Qaeda en sus portadas mientras los grandes diarios de la massmedia lo atribuían a ETA.
El día antes, jornada de reflexión, se desató una ola de protestas ante las sedes del PP de miles de personas que reclamaban la verdad.
José María Aznar llamó a todos los directores de medios para convencerles de que había sido ETA.
La sentencia desmiente la conspiración
Quien también desmonta con contundencia las teorías de la conspiración es el juez Javier Gómez Bermúdez, presidente del tribunal que juzgó y condenó a los responsables del 11M, que también estuvo a menudo en el punto de mira de los agitadores mediáticos. Ya hace años que se apartó de la carrera judicial y ahora es abogado en un reputado bufet madrileño.
Lo primero que responde Gómez Bermúdez, en declaraciones a 3Cat , es la teoría de que la autoría intelectual de los atentados se desconoce. «La mayor parte de los autores materiales se inmolaron. Esto impidió el acceso a mucha información. Pero no quiere decir que no se investigara ni que se supiera prácticamente al 100% qué había pasado».
En la misma sentencia del 11M dictada en octubre de 2007, el juez Gómez Bermúdez dejaba claro que no había ninguna prueba de que «ETA hubiera participado en los atentados» y que los autores (a pesar de que siete murieron) eran constituidos en una célula islamista inspirados por los llamamientos de Al Qaeda de pasar a la acción contra los occidentales. Durante el juicio, el juez también se dedicó a desmontar una a una todas las noticias falsas que medios como El Mundo y la COPE habían estado difundiendo.
El triste legado del 11M
Veinte años después, para muchos analistas el 11M supuso un punto de ruptura en la vida política y social de España. El fin de un período de «tregua» entre la izquierda y la derecha que las mentiras y las acusaciones de ilegitimidad hicieron volar por los aires.
Para Víctor Sampedro, un antes y un después de la democracia española porque ahora «se ha normalizado la mentira como moneda de uso corriente en el debate político, se ha legitimado poder mentir y no rendir cuentas».
«También se ha instalado un polo irradiador del discurso del odio contra el adversario político, contra el independentismo, etc. Es un sistema que sigue radiando polarización».
Sampedro considera que la teoría de la conspiración del 11M sigue vigente porque se ha «institucionalizado»: «Es la peor mentira que se ha lanzado nunca sobre un gobierno escogido en las urnas y la fake más longeva».