Trump intenta forzar a los parlamentos a cambiar el resultado de las elecciones

Trump intenta forzar a los parlamentos a cambiar el resultado de las elecciones

El actual presidente de EE.UU., Donald Trump, ha desvelado la jugada que tiene para intentar mantenerse en el poder, una vuelta de tuerca, después de las fracasadas reclamaciones judiciales y los recuentos.

Trump intenta ahora forzar a algunos parlamentos estatales a que desprecien el resultado de la votación y voten por él en el Colegio Electoral.

Esto es legal, pero nunca ha pasado a la historia y abriría una crisis constitucional de dimensiones colosales.

El complicado sistema electoral de Estados Unidos

La elección del presidente de Estados Unidos no la hacen de manera directa los electores sino los estados, los cincuenta estados, reunidos en el llamado Colegio Electoral.

Por ello, el día de las elecciones se hacen cincuenta elecciones simultáneas, una en cada estado, que dan a cada estado un ganador.

Y ese ganador, con la excepción de Maine y Nebraska, se queda con todos los votos del Colegio Electoral que corresponden al estado, incluso si se gana por un solo voto de diferencia.

El número de delegados al Colegio Electoral de cada estado lo determina la población. De este modo, los que menos tienen aportan tres delegados y, por tanto, tres votos, y California, que es quien tiene más, recibe 55 votos.

Siguiendo la tradición, estos delegados o compromisarios se reunirán en las capitales de los respectivos estados el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre, este año será el día 14, y enviarán el resultado al congreso.

El congreso, a su vez, se reúne la primera semana de enero, lo que esta vez está previsto que sea el día 6, y confirma el nuevo presidente, que toma posesión el día 20 del mismo mes.

Aunque las elecciones se hacen para decidir quiénes son estos electores y por quien votan en la mayoría de los estados, el caso es que la mayoría de las constituciones de los estados consideran aceptable que los miembros designados para votar en el Colegio Electoral no voten al candidato que ha ganado las elecciones.

Y no hay ninguna regla federal que indique lo contrario.

No suele pasar, y menos tener consecuencias legales, pero en las últimas elecciones, las que Hillary Clinton perdió ante Trump, un miembro del Colegio Electoral de Minnesota votó a Bernie Sanders, aunque estaba obligado a votar Hillary Clinton.

La ley de Minnesota indica que, si sucede esto, el elector es sustituido por otro y el voto anulado, tal como ocurrió. Pero hay estados donde esto no sucede.

En California, Nuevo México y Carolina del Sur el elector que votara por un candidato contrario al elegido por el voto popular podría terminar en la cárcel, pero su voto sería contado como válido y en diecisiete estados más no hay prevista ninguna pena ni la anulación del voto, si se da esta circunstancia.

Es decir, que en estos estados, aunque haya ganado Biden, es constitucionalmente legal que los votos vayan a Trump.

Y la cosa todavía se complica más, porque el método de elección de estos compromisarios es diferente en cada estado y, en algunos, son nombrados por el parlamento estatal.

Y aquí es donde está la clave de la maniobra de Trump

El actual presidente intenta que varios parlamentos estatales con mayoría republicana decidan que los representantes que acudan al Colegio Electoral voten por él, aunque los electores hayan votado por Biden.

Se sabe, concretamente, que lo ha pedido a Michigan, donde los republicanos dominan las dos cámaras del parlamento estatal y lo debe haber pedido a otros estados, porque necesitaría más votos para ganar, dado que Michigan sólo tiene dieciséis electores.

La situación es la misma en Georgia y Pensilvania, donde las dos cámaras están en manos de los republicanos.

El simple hecho de que se sepa que el presidente de Estados Unidos prevé una posibilidad como ésta ha dejado el país en estado de shock.

Sin aportar pruebas, Trump afirma, especialmente por medio de Rudolf Giuliani, que le han robado las elecciones; y en este contexto, presenta operaciones como la del Colegio Electoral no como el casi golpe de estado que significaría sino como la manera de restaurar lo que habría sido robado.

Muchos republicanos importantes ya se han desmarcado en público, diciendo que, aunque la rebuscada ley electoral americana permitiría hacer una maniobra como esta, políticamente sería intolerable.

De aquí al 14 de diciembre, sin embargo, la tensión puede ir aumentando y llevar a una crisis institucional como no habría visto nunca en Estados Unidos.

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