¿Por qué no está el barco Piolín en València?

¿Dónde está el barco Piolín que arrasó Barcelona?

El buque ‘Moby Dada’, conocido popularmente como el “barco Piolín” desde que fue utilizado como alojamiento improvisado para los policías desplegados en Barcelona en octubre de 2017, ha vuelto al mar, pero esta vez con una misión mucho menos polémica. El barco, decorado en su momento con los icónicos personajes de Looney Tunes, como el canario Piolín, el Pato Lucas y el Coyote, se convirtió en un símbolo de los tensos días en los que la policía intentaba impedir el referéndum de independencia de Catalunya. Hoy, el “barco Piolín” ha dejado atrás aquel papel y se ha reconvertido en un ferry que cubre rutas entre España, Francia y Argelia.

Un cambio de destino para el polémico «Barco Piolín»

El “Moby Dada”, que se convirtió en el objeto de múltiples críticas en 2017, es ahora una pieza clave en el transporte de pasajeros y vehículos. Con la compañía Romeu y Compañía como consignataria en Alicante, el ferry es operado por Algerie Ferries y realiza servicios de transporte entre Alicante y Orán varias veces por semana, además de conectar con la costa francesa. Desde febrero de 2024, la embarcación ha cambiado sus huéspedes y su propósito: ya no es el alojamiento temporal de policías destinados a impedir a ostias las votaciones pacíficas de Catalunya.

Para muchos, la reaparición del barco en un contexto tan distinto resulta casi surrealista, recordando los días en que su imagen fue motivo de burla en toda España. El contraste es evidente: entonces era un emblema involuntario de la presencia policial y ahora, con menos fanfarria, realiza viajes regulares que conectan España con el Magreb.

Un Símbolo que No se Olvida

El “barco Piolín” se ganó su fama por ser el alojamiento de cientos de policías y guardias civiles enviados a Catalunya en septiembre de 2017, un despliegue que buscaba evitar que catalanas y catalanes votaran si desean la independencia de Catalunya. Aquella fue una medida que se interpretó como un símbolo de ocupación y de control del Estado sobre Catalunya. Sin embargo, el diseño del buque —con sus caricaturas infantiles— hizo que este despliegue se viera ridiculizado en redes y medios de comunicación.

La imagen de un barco “infantil” atracado en el puerto de Barcelona, en un contexto de máxima tensión política, no pasó desapercibida. Para unos, la elección de la embarcación fue desafortunada e impropia, como si no se tomara en serio la misión que se le había encomendado de apalear a todos.

Expectativas No Cumplidas: El Piolín en Otra Misión

A medida que el “barco Piolín” vuelve a los titulares, algunos se preguntan si este buque podría cumplir ahora una función similar de apoyo en otro tipo de crisis en territorio nacional. Muchos han expresado la esperanza de que este “emblemático” barco se dirigiera a València para otra misión más solidaria, apoyando a comunidades afectadas por las recientes inundaciones en lugar de las intervenciones de seguridad del pasado.

En estos tiempos difíciles, algunos ciudadanos han fantaseado con que los agentes policiales que una vez habitaron el «barco Piolín» cambiaran las porras por palas y ayudaran en las labores de rescate y limpieza, colaborando en una causa diferente. Sin embargo, la nueva operativa del barco no permite tales maniobras; ahora se dedica exclusivamente al transporte de pasajeros y vehículos, dejando atrás el episodio que marcó su historia en Barcelona.

El Barco en su Nueva Etapa: Del Control a la Conexión

Hoy en día, el “barco Piolín” realiza su actividad bajo la gestión de la compañía argelina Algerie Ferries, cumpliendo con una tarea de conexión y transporte. Atrás quedaron los agentes policiales y las largas estancias en el puerto de Barcelona. Ahora, sus pasajeros son personas que viajan entre España, Francia y Argelia, en un contexto de intercambio cultural y comercial.

El “barco Piolín” ha dejado atrás el momento en que su imagen estaba asociada a la represión y la tensión, y se ha transformado en un simple ferry que cruza mares, en una actividad que nada tiene que ver con aquellos días. Sin embargo, en la memoria de muchos, sigue siendo un símbolo peculiar y polémico de una de las etapas más tensas en la política española contemporánea, y un recordatorio de cómo un simple detalle visual puede quedar para siempre en la historia colectiva. Catalunya no olvida.