Personas con problemas de salud mental viven encadenadas en todo el mundo
Cientos de miles de personas con problemas de salud mental son encadenadas en todo el mundo, ha informado Human Rights Watch.
Hombres, mujeres, adolescentes, niñas y niños, algunos de tan solo 10 años, son encadenados o encerrados en espacios confinados durante semanas, meses e incluso años en unos 60 países de Asia, África, Europa, Oriente Medio y América.
El informe de 56 páginas, “Living in Chains: Shackling of People with Psychosocial Disabilities Worldwide” (“Viviendo encadenados: El uso de cadenas en personas con discapacidades psicosociales en todo el mundo”), examina cómo las personas con condiciones de salud mental a menudo son encadenadas, en contra de su voluntad, por sus familias en sus propios hogares o en instituciones abarrotadas e insalubres debido al estigma y la ausencia de servicios sociales.
Muchas se ven obligadas a comer, dormir, orinar y defecar en el mismo espacio diminuto.
En las instituciones públicas o privadas, así como en los centros de sanación tradicionales o religiosos, a menudo se ven obligados a ayunar, tomar medicamentos o brebajes de hierbas, y son víctimas de violencia física y sexual.
El informe incluye investigaciones de campo y testimonios de Afganistán, Burkina Faso, Camboya, China, Ghana, Indonesia, Kenia, Liberia, México, Mozambique, Nigeria, Sierra Leona, Palestina, el estado autoproclamado independiente de Somalilandia, Sudán del Sur y Yemen.
“Encadenar a las personas con condiciones de salud mental es una práctica brutal generalizada que es un secreto a voces en muchas comunidades”, dijo Kriti Sharma, investigadora sénior de derechos de las personas con discapacidad de Human Rights Watch yautora del informe.
“Las personas pueden pasar años encadenadas a un árbol, encerradas en una jaula o en un cobertizo de ovejas porque las familias pasan apuros para afrontar el problema y los gobiernos no brindan los servicios de salud mental adecuados”.
Si bien varios países están prestando mayor atención al tema de la salud mental, los encadenamientos continúan siendo un tema en gran parte oculto.
No hay datos ni esfuerzos internacionales o regionales coordinados para erradicar las cadenas.
En respuesta, Human Rights Watch ha estado trabajando con defensores de la salud mental y organizaciones de derechos humanos y contra la tortura en todo el mundo para lanzar una campaña global #BreakTheChains para acabar con el encadenamiento de personas con condiciones de salud mental, en vísperas del Día Mundial de la Salud Mental el 10 de octubre.
Human Rights Watch entrevistó a más de 350 personas con discapacidades psicosociales, incluidos niñas, niños y adolescentes, y 430 familiares, personal que trabaja en instituciones, profesionales de la salud mental, sanadores religiosos, funcionarios gubernamentales y defensores de los derechos de las personas con discapacidad.
Basándose en un estudio de 110 países, Human Rights Watch encontró evidencia de encadenamiento de personas con condiciones de salud mental en todos los grupos de edad, etnias, religiones, estratos socioeconómicos y áreas urbanas y rurales en unos 60 países.
A nivel mundial, se estima que 792 millones de personas, o 1 de cada 10, incluido 1 de cada 5 niños, tienen problemas de salud mental.
Los gobiernos gastan menos del 2% de sus presupuestos
Más de dos tercios de los países no reembolsan a las personas los servicios de salud mental en los sistemas nacionales de seguro de salud.
Incluso cuando los servicios son gratuitos o están subvencionados, la distancia y los costes del transporte son una barrera importante.
Ante la falta de servicios adecuados y la falta de conciencia, muchas familias sienten que no tienen otra opción que encadenar a sus familiares. Con frecuencia les preocupa que la persona huya o se lastime a sí misma o a otras personas.
El encadenamiento lo practican típicamente familias que creen que estos problemas son el resultado de espíritus malignos o de haber pecado.
Las personas a menudo consultan primero a sanadores religiosos o tradicionales y solo recurren a los servicios de salud mental como último recurso.
Mura, un hombre de 56 años de Bali, Indonesia, fue llevado a 103 curanderos religiosos y cuando ninguno funcionó, lo encerraron en una habitación durante varios años.
En muchos países, las familias llevan a sus miembros, incluidos niños de apenas 10 años, a centros tradicionales o de curación religiosa donde los esposan para castigarlos o restringir sus movimientos.
Las personas encadenadas viven en condiciones extremadamente degradantes.
También se les obliga habitualmente a tomar medicamentos o se les somete a “tratamientos” alternativos como brebajes de hierbas “mágicas”, ayunos, masajes vigorosos por parte de curanderos tradicionales, recitación coránica en el oído, himnos del Evangelio y baños especiales.
El encadenamiento afecta a la salud física y mental
Una persona que está encadenada puede verse afectada por estrés postraumático, desnutrición, infecciones, daño nervioso, atrofia muscular y problemas cardiovasculares.
Los grilletes también obligan a las personas a vivir en condiciones muy restrictivas que reducen su capacidad para mantenerse de pie o moverse.
Algunas personas incluso son encadenadas a otra persona, lo que las obliga a ir al baño y dormir juntas.
Un hombre de Kenia que actualmente vive encadenado dijo:
“Así no es como se supone que debe ser un ser humano. Un ser humano debería ser libre”.
“En muchas de estas instituciones, el nivel de higiene personal es inhumano porque a las personas no se les permite bañarse o cambiarse de ropa y viven en un radio de dos metros”, explicó Sharma.
Sin un acceso sanitario adecuado, jabón o incluso atención médica básica, las personas que están encadenadas corren un mayor riesgo de contraer el Covid-19.
Y en los países donde la pandemia de Covid-19 ha interrumpido el acceso a los servicios de salud mental, las personas con estas condiciones pueden correr un mayor riesgo de ser encadenadas.
Los gobiernos deben actuar con urgencia para prohibir el encadenamiento, reducir el estigma y desarrollar servicios comunitarios de salud mental asequibles, accesibles y de calidad.
Asimismo, deben ordenar de inmediato inspecciones y un monitoreo continuo de las instituciones públicas y privadas y tomar las medidas adecuadas contra los centros abusivos, dijo Human Rights Watch.
“Es terrible que cientos de miles de personas en todo el mundo vivan encadenadas, aisladas, maltratadas y solas. Los gobiernos deberían dejar de esconder este problema bajo la alfombra y tomar medidas reales ahora”.
Personas con problemas de salud mental viven encadenadas en todo el mundo