El incendio de la Segarra, en Lleida, estabilizado tras dejar dos víctimas y miles de hectáreas arrasadas
El devastador incendio forestal registrado en la comarca de la Segarra, en Lleida, ya ha sido estabilizado, según confirmaron las autoridades alrededor de las 10:30 de la noche. El balance provisional deja dos personas fallecidas, más de 20.000 vecinos confinados durante horas y unas 6.500 hectáreas calcinadas. Sin embargo, lo más alarmante ha sido la magnitud del fenómeno, con un desarrollo vertical que alcanzó los 14 kilómetros de altura, una cifra sin precedentes en el territorio.
¿Qué son los incendios de sexta generación?
En los últimos años, ha cobrado fuerza una nueva forma de clasificar los incendios según su peligrosidad y comportamiento. En este contexto ha surgido el concepto de incendios de sexta generación, asociados directamente a las consecuencias del cambio climático y la escasa gestión forestal.
Este tipo de incendios se caracteriza por una energía tan elevada que son capaces de alterar las condiciones meteorológicas locales. Presentan un comportamiento impredecible: cambios bruscos de dirección, formación de torbellinos, tormentas de fuego, y una velocidad e intensidad que superan la capacidad operativa de extinción, tanto por tierra como desde el aire. Su impacto puede extenderse a decenas de miles de hectáreas, poniendo en riesgo vidas humanas, viviendas e infraestructuras.
Un pirocúmulo sin precedentes agrava la emergencia
Uno de los elementos más insólitos del incendio en la Segarra fue la aparición de un piroCúmulo gigante, una nube con un crecimiento vertical acelerado causada por la interacción entre el calor extremo del fuego y la atmósfera. En esta ocasión, el fenómeno alcanzó los 14 km de altura, algo jamás visto en incendios registrados en España.
El problema principal de estos pirocúmulos es que colapsan en pocas horas, perdiendo estabilidad y cayendo de forma abrupta sobre el terreno, lo que genera una rápida expansión del fuego a nuevas áreas. Esta situación obliga a los servicios de emergencia a retirarse temporalmente para evitar quedar atrapados, lo que complica aún más las tareas de extinción.
Viento extremo y tormentas, combinación explosiva
Durante el incendio, las condiciones meteorológicas extremas jugaron un papel determinante. El viento sopló a más de 120 km/h, mientras que el fuego llegó a avanzar a 28 km/h, una velocidad récord en Europa para un incendio forestal. Además, tormentas eléctricas cercanas generaron mayor inestabilidad en la atmósfera, agravando la emergencia.
Afortunadamente, las lluvias que se registraron más tarde favorecieron la contención del fuego, una situación que habría sido imposible durante los primeros días de la ola de calor que afectó a la región.
Alta vigilancia ante posibles rebrotes
A pesar de que el incendio está estabilizado, las autoridades mantienen numerosas dotaciones desplegadas en la zona debido al riesgo de rebrotes, especialmente por la combinación de altas temperaturas, terreno seco y la posibilidad de nuevas tormentas. La jornada del miércoles fue el quinto y último día de alerta por calor extremo, lo que incrementa la preocupación por posibles reactivaciones del fuego en puntos calientes no del todo extinguidos.































