El miedo al coronavirus paralizó la lucha social por los derechos en Chile

El miedo al coronavirus paralizó la lucha social por los derechos en Chile

Hace seis meses las protestas, la lucha por los derechos sociales y la represión policial descolocó a Chile, pero la pandemia que sacudió a todo el mundo, paró la confrontación y el peor presidente del país en la democracia, emitió una sonrisa.

Las protestas en las calles no cedían como tampoco los niveles de agresividad policial, en la peor crisis social que se ha vivido.

Pero el Covid-19 entró y vació el epicentro de las manifestaciones en Santiago, Plaza Italia, al igual que focos en otras ciudades como Valparaíso y Concepción.

De no ser por la pandemia, restarían pocos días para un esperado plebiscito para decidir el cambio o no de la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet (1973-1990).

Sin embargo, este paréntesis de calma y unión comunitaria frente al coronavirus no es más que una pausa y «por supuesto, los problemas hoy suspendidos en su expresión pública, siguen ahí».

La caída económica llevó el miércoles al Fondo Monetario Internacional a advertir que algunos países como Chile, Ecuador o Francia «siguen siendo vulnerables a que haya nuevas protestas, particularmente si las políticas para mitigar la crisis por la COVID-19 son percibidas como insuficientes, más orientadas hacia las grandes corporaciones que hacia las personas».

La desigualdad en la sociedad chilena y su reclamo de un Estado más presente en salud, educación y pensiones, que desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) quedaron en manos privadas, podrían ponerse en evidencia por la pandemia.

A Piñera, un empresario multimillonario de 70 años, se lo acusa de poco empático y ajeno a la realidad que viven las clases medias y pobres en un país con cifras macroeconómicas exitosas, pero con salarios promedio bajos, alto costo de los servicios básicos y con gran parte de su sistema educativo privado y caro.

Tras el estallido social, el mandatario pasó varias semanas considerándolo un problema de desorden público, mientras crecían las denuncias de excesos policiales y violaciones de derechos humanos.

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