El experimento del neoliberalismo en Chile se salió de todo control

El experimento del neoliberalismo en Chile se salió de todo control

La sociedad chilena, laboratorio de política neoliberal, está explotando.

Queda claro que el sistema neoliberal se defiende de la misma manera que se introdujo en los años setenta y ochenta. Con la fuerza de las armas.

Hasta ahora, Chile ha sido el estudiante modelo neoliberal de América Latina.

El estado y la sociedad están fuertemente influenciados por la cosmovisión de la escuela de Chicago.

Esto ha llevado a la privatización de todas las áreas de la vida pública en los últimos cuarenta años.

El estado externaliza los servicios públicos a empresas privadas, convierte la propiedad pública en privada, otorga los derechos de uso de los recursos naturales a grandes empresas con términos casi eternos y privatiza el acceso a los derechos sociales como la educación, la salud y las pensiones.

Al mismo tiempo, las condiciones de trabajo absolutamente precarias, un salario mínimo por debajo de la línea de pobreza y un sistema fiscal regresivo consolidan la desigualdad.

El uno por ciento de la población actualmente recibe el 33 por ciento del ingreso total. Uno se pregunta por qué no explotó antes.

Una respuesta podría ser que no solo la política económica, sino también la sociedad es neoliberal.

Todos luchan por sí mismos. Trabajan incansablemente y permanecen en deuda hasta el final de sus vidas, por lo que es suficiente para que la vida pague la factura médica, para que los niños puedan estudiar, para permitir el consumo de material y el reconocimiento asociado.

Los movimientos sociales de los últimos años han tenido como objetivo cambiar el sistema educativo o de pensiones. Pero nunca el sistema en su conjunto. La criminalización de estos movimientos, la violencia contra las manifestaciones pacíficas, que tampoco fue cuestionada, se había convertido en la norma. Hasta ahora.

Nunca fue depresión, pero el capitalismo ahora está en las paredes de la casa.

No usted como individuo falló, en las condiciones dadas nunca tuvo la oportunidad.

El sentido común de la sociedad ha despertado, las condiciones están siendo cuestionadas.

Esto necesariamente va de la mano con una crisis política. Se cuestiona la legitimidad del gobierno, el establecimiento político. Porque ellos son los que mantienen el status quo.

Ahora el consenso social se está desmoronando, el estado está haciendo un uso extremo de su monopolio sobre la violencia, pero las protestas en las calles continúan.  Todo esto no significa una transferencia a cambios estructurales.

La policía y los militares pueden controlar las protestas al menos hasta que la ONU comience a sancionar las violaciones de los derechos humanos.

Afortunadamente, las demandas van más allá de simplemente renunciar al presidente y cambiar el gobierno. Todos hablan de la necesidad de una nueva constitución que reemplace la firmada por el dictador Augusto Pinochet en 1980.

Es esta nueva constitución la que puede marcar el comienzo del fin del sistema neoliberal.

La discusión ahora trata sobre las dos formas posibles de cómo se redactará esta nueva constitución y el contenido. Si la izquierda logra liderar esta discusión de manera progresiva y la nueva constitución forma la base de una sociedad más justa, sería un rayo de esperanza para todo el continente.

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