Denunciada la prisión de Zuera como un ‘obstáculo’ al grado de progresión
A pesar de estar a 245 kilómetros del País Vasco, la cárcel de Zuera, en Zaragoza, es un «camino ciego» porque no permite que los presos vascos progresen.
Así lo ha denunciado el Observatorio de Política Penitenciaria para Reclusos de Motivos Políticos Vascos, creado por el Foro Social.
Este es el tercer informe monográfico sobre un tema específico: el anterior era sobre el aislamiento, y esta vez decidieron arreglar la situación en la cárcel de Zuera.
De hecho, según el Observatorio, si bien el penal de Zuera se encuentra entre los cercanos al País Vasco, es un «obstáculo» para la progresión del grado de los presos vascos.
De hecho, el informe se queja de que a los presos de primer grado no se les permite pasar a los presos de segundo grado, mientras que a los presos de segundo grado no se les da permiso para irse.
Actualmente hay ocho presos vascos en la cárcel de Zuera, y se prevé que seis más sean trasladados a corto plazo, ya que la cárcel de Zaragoza es uno de los destinos anunciados por Instituciones Penitenciarias.
El observatorio explica, sin embargo, que los presos que conocen la situación no quieren ir allí:
“Muchos de los presos que se les acercan son llevados allí, pero cuando llegan a esa prisión, los presos no tienen posibilidades de avanzar en sus calificaciones. Es un camino real ciego, y los presos que saben la realidad, no quieren que se les acerque».
El informe proporciona ejemplos específicos de presos en Zuera.
Por ejemplo, Iñaki Bilbao Gaubeka, Kepa Legina Aurre, Francisco Mujika Garmendia y Juan Luis Agirre Lete tienen largas condenas, que cubren las tres cuartas partes de sus años de prisión, y no se les permite pasar a segundo grado.
El Foro Social los denuncia como una “rueda de brujas” por no permitirles participar en los programas penitenciarios:
“Los presos clasificados en primer grado normalmente no pueden participar en los programas y, por lo tanto, no pueden demostrar que se ajustan al régimen penitenciario normal; y como no puede hacerlo, no le permiten cambiar de grado, y a empezar de nuevo».
El Observatorio denuncia que se trata de «una cadena de sentencias, recursos y una cadena de tiempo», por lo que muchos presos terminan sus penas en primer grado, pasan a segundo grado, sin poder obtener permisos y pasan al tercer grado».
Lo mismo sucedió con los presos que fueron llevados a Zuera cuando estaban en segundo grado: no se les permitió obtener permisos de salida, por lo que pasaron al tercer grado.
Citaron como ejemplo el caso del preso enfermo Kepa Arronategi, recordando que, como en muchos otros casos, habían utilizado argumentos “pasados” en sentencias judiciales: el riesgo de reincorporarse a ETA, aunque la organización armada se disolvió en 2018.
El Observatorio advierte que su caso finalmente se resolvió gracias a los letrados y la decisión del Juzgado de Guardia Penitenciaria, que finalmente fue trasladado al Centro Aita Menni de Mondragón (Guipúzcoa), pero no gracias a la Junta de Tratamiento Penitenciario de Zuera.
Denunciada la prisión de Zuera como un «obstáculo» al grado de progresión