Caos en Bolivia: entre la transición y la vuelta a tiempo oscuros

Caos en Bolivia: entre la transición y la vuelta a tiempos oscuros

La semana pasada se exiliaba en México el presidente boliviano Evo Morales, el último superviviente de la ‘marea rosa’ que llevó un giro progresista en América Latina a principios de siglo.

Tras presiones militares y semanas de protestas, la oposición ha tomado el poder, teóricamente con el único objetivo de dirigir el país hacia unas nuevas elecciones.

Sin embargo, el ejecutivo tiene un claro talante ideológico, opuesto al gobierno Morales, y ha cumplido una dura represión, que ha causado más de treinta muertos y más de mil detenidos desde el cambio de gobierno.

Todo ello hace difícil que llegue la solución simplemente con unas nuevas votaciónes.

Elecciones rodeadas de polémica

La situación actual comienza el mismo día de las elecciones, el 20 de octubre.

Los primeros resultados apuntaban a una segunda vuelta entre Evo Morales y el ex-presidente Carlos Mesa, pero después de veintidós tres horas con el recuento paralizado, Morales pasaba a ser el claro ganador sin necesidad de una segunda votación.

La oposición ya había hecho protestas después de la parada y con el nuevo resultado acusaron al gobierno de fraude electoral. La demanda de otras elecciones se reforzaron con el informe de la Organización de Estados Americanos (OEA), según la cual en el recuento había irregularidades y un cambio de tendencia sospechoso.

Finalmente intervino el ejército y Morales convocó elecciones para evitar un conflicto mayor.

Pero los militares no tuvieron suficiente y Morales tuvo que exiliarse en México.

Hay organizaciones que han puesto en duda que haya habido fraude, porque el cambio de tendencia podía ser explicado por el hecho de que las actas que llegan más tarde son las del mundo rural, donde el apoyo del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, es mucho mayor; al mismo tiempo, el CEPR mostraba, con quinientas simulaciones, que la victoria antes de la parada del recuento ‘no era sólo posible, sino probable’.

Un avance social con sombras democráticas

Desde que se hizo cargo del gobierno, en 2006, en Bolivia ha aumentado el salario mínimo -de unos 58 euros a 277- y se ha reducido considerablemente la desigualdad y la pobreza.

Hay que tener en cuenta que la pobreza extrema afectaba tres veces más a los indígenas.

El gobierno Morales también puso énfasis en la educación y construyó cinco mil escuelas, casi tantas como se habían creado en ciento ochenta años de república.

Además, se impulsó una campaña de alfabetización, que hizo pasar la población analfabeta de un 13,3% -cuando comenzó el mandato- a declarar el país ‘libre de analfabetismo’ en diciembre de 2008.

En este caso, los indígenas eran el 92% de las personas que no sabían leer.

El poder presidencial

Sin embargo, Morales también ha sido acusado de aumentar sin medida el poder presidencial y de forzar la ley cuando le ha convenido. Uno de los ejemplos más claros es las maniobras para esquivar el límite de mandatos presidenciales.

A pesar de que existe el límite de dos mandatos, Morales ha estado trece años en el poder (y aún tenía que estar cuatro más).

En 2013 se volvió a presentar alegando que con una nueva carta magna, aprobada cuatro años antes y que refundaba el estado, se empezaba a contar de cero. La decisión fue avalada por la justicia.

Y, más tarde, para poder volverse a presentar, convocó un referéndum constitucional para suprimir el límite de mandato. Pero el resultado fue negativo: los intereses del presidente fueron rechazados para poca diferencia de votos (el 51,3 contra el 48,7%).

Sin embargo, un recurso al Tribunal Constitucional anulaba los artículos de la ley electoral con el argumento de que prevalecía el derecho del presidente de ser elegido y del pueblo de elegirlo. Con este cambio, pudo ser elegido indefinidamente a pesar de la oposición de la población.

Los recursos naturales, una explicación de la crisis?

La llegada de Morales al poder, además de los avances sociales, también implicó un gran cambio en la política económica. La primera acción que cumplió cuando asumió el poder fue decretar la nacionalización de los hidrocarburos, el gas y el petróleo, lo que perjudicó los consorcios multinacionales que explotaban los yacimientos.

Entre más recursos, el país tiene la mayor reserva de litio del mundo. Es un mineral utilizado en la industria del vidrio, de la cerámica y especialmente en las baterías de todo tipo de artilugios electrónicos, como móviles, tabletas y automóviles eléctricos.

El año pasado, la empresa pública Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) formaba un consorcio con la alemana ACY Systems para instalar una planta de producción de materiales y baterías de ión litio. Y este año firmaba un acuerdo con una empresa china para explotar este mineral.

Este, es uno de los minerales incluidos en la lista de recursos de EE.UU., de los que había que fomentar la localización y extracción para reducir la dependencia respecto de China, en la guerra comercial que sostienen.

De ahí que una parte importante de los partidarios del MAS hayan acusado a los estadounidenses de ser unos de los principales interesados ​​en el cambio de régimen y de haberlo fomentado.

Evo Morales, en una conferencia de prensa en México, dijo que la ‘nacionalización de los recursos naturales, como el litio o el potasio, son el verdadero fondo político del golpe de estado’. Las sombras de duda difícilmente desaparecerán tras estas declaraciones.

La oposición más extrema hace suyo el poder

El 12 de noviembre la senadora opositora Jeanine Añez era proclamada nueva presidenta interina de Bolivia, con un proceso marcado por la polémica.

Morales dimitía tras las presiones del ejército y más tarde renunciaban los presidentes y vicepresidentes de las dos cámaras.

Sin embargo, para ser aceptadas las renuncias, designar un jefe provisional y convocar elecciones era necesario que lo aprobara la mayoría absoluta de la Asamblea Legislativa, es decir, ochenta y cinco legisladores, pero la oposición sólo tiene cincuenta y tres.

En esta sesión, la policía impedía la entrada de Adriana Salvatierra, presidenta del senado, y de más cargos del partido, cuando aún no se había analizado la renuncia y, en todo caso, seguía siendo senadora; mientras tanto, dentro de la asamblea, sin el quórum necesario, la senadora Jeanine Añez, vicepresidenta segunda de la cámara hasta ese momento, se nombraba presidenta del senado y se proclamaba presidenta interina por designación constitucional, de una manera similar a lo que hizo Juan Guaidó en Venezuela.

Aunque el gobierno debería ser exclusivamente para convocar elecciones, la nueva presidenta ha formado un ejecutivo con un talante ideológico claro: ultraconservador, de fuerte carácter fundamentalista religioso y sin ningún indígena, a pesar de que son más de la mitad de la población.

La candidatura del partido de Añez sólo ha obtenido un 4% de los votos en estas elecciones y ella no ha sido reelegida.

Sin embargo, seguía siendo senadora hasta enero, cuando los nuevos legisladores habrían asumido el cargo.

El apoyo lo ha encontrado principalmente en la calle, con una figura clave de las protestas: Luis Fernando Camacho, que apareció en el balcón cuando se presentó la presidenta autoproclamada.

Fernando Camacho, conocido como el ‘Macho Camacho’, jefe del Comité Pro Santa Cruz y representante de la burguesía local ha hecho un discurso racista, anticomunista y ultrareligioso, con llamadas constantes a Dios y a expulsar Satanás de Bolivia’.

Otras elecciones?

El nuevo gobierno ha comenzado a aplicar cambios en el estado, aunque está de manera interina.

En teoría, debe convocar elecciones antes de noventa días.

Entre más acciones, ha reformado la cúpula militar y ha aprobado un decreto que exime el ejército de responsabilidades penales, lo que da total impunidad a las protestas.

Cabe destacar, además, que se ha creado una fiscalía especial para perseguir todo de cargos del MAS, acusados ​​de subversión y sedición.

Los nuevos dirigentes han bloqueado el funcionamiento normal de las instituciones. La Asamblea Legislativa, que quería debatir las renuncias este martes, suspendió la sesión ‘en nombre de la pacificación’, mientras Morales denunciaba la presencia de militares ante el parlamento.

Un hecho a destacar es que la oposición a Morales era más heterogénea que los actuales gobernantes, con la movilización de los estudiantes de la Paz a raíz de los déficits democráticos y algunos grupos de indígenas descontentos con algunas decisiones, como la construcción de una carretera en el parque natural Isiboro-Sécure.

Estos sectores, a pesar de participar inicialmente en las protestas, tampoco parece que apoyen al gobierno de facto. Aunque menos teniendo en cuenta que se han multiplicado los ataques racistas y la quemadura de la bandera wiphala, la de los pueblos originarios.

Por tanto, esta oposición sabe que en condiciones normales difícilmente ganarán en las urnas, especialmente, el sector minoritario y ultraconservador que tiene el poder ahora.

La incógnita es si el país se podrá dirigir hacia una transición ordenada con unas nuevas elecciones en las que todo el mundo acepte el resultado, o bien si la situación continuará degradándose, con una represión creciente, que lleve hacia un régimen cada vez más autoritario en el corazón de América del Sur.

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